La vanidad nos persigue hasta en el lecho de la muerte. La soportamos con entereza porque deseamos superar su terrible grandeza y cautivar la admiración de los espectadores
Santiago Ramón y Cajal
En un restaurante, una hermosísima señora se acercó a mí y me susurró: ¿Chavela, cuándo nos acostamos? ¡Qué atrevida! Me encanta
Bueno, si esto es poesía, estoy seguro que nunca iba a escribir ningún yo.
Del desordenado amor y vano temor nace todo el desasosiego del corazón y toda distracción de los sentidos
La vanidad saquea la dignidad.