El pobre se arruina en el momento en que deja de ser sobrio.
Concepción Arenal
Al norte un ángel yace amordazado. Al este el llanto ordena sus neblinas. Al sur mi tierno haz de palmas finas, y al oeste mi puerta y mi cuidado.
No hay enemigo pequeño.
Disculpen si les llamo caballeros, pero es que no les conozco muy bien.
Ningún hombre puede tener el derecho de imponer a otro hombre una obligación no escogida, un deber no recompensado o un servicio involuntario.