Quien ama verdaderamente no puede amar lo contrario y lo opuesto de aquello que ama, y ésta es la razón por la cual aquellos que fueron, en un determinado momento de la vida, los más grandes enemigos de Cristo, conviértense, tocados por la Gracia Divina, en sus más ardientes y fogosos defensores. El Amor y el odio están estrechamente unidos entre sí y quien quiera suprimir la cólera suprima al mismo tiempo la caridad. Quienes son incapaces de enardecerse por la ira también lo serán respecto del amor: son los eternos tibios que la boca de Dios, conforme está escrito en el Apocalipsis, vomitará.
Giovanni Papini