Yo solo creería en un Dios que supiera bailar.
Friedrich Nietzsche
Las espadas y lanzas por sí mismas son inofensivas; el que por sí mismo es apacible y sin maldad alguna, se volverá feroz y terrible a causa de las malas compañías.
Lo único que deseo es un cuarto en alguna parte, lejos del aire frío de la noche. Con una silla enorme, chocolate y una estufa a leña.
La arquitectura es una música de piedras y la música, una arquitectura de sonidos.
Incluso arrastrándose en la arena la enredadera florece.