Mira dos veces para ver lo justo. No mires más que una vez para ver lo bello.
Henry Frédéric Amiel
El verdadero sabio solo es riguroso consigo mismo; con los demás es amable.
No viviré si no es para buscarte y cruzaré el dolor para adorarte.
Es funesto que nos acostumbremos a reconocer como ejemplos de sana belleza algunas obras clásicas, que acaso son objetivamente muy valiosas, pero que no causan deleite.
La superstición en que fuimos educados conserva su poder sobre nosotros aun cuando lleguemos a no creer en ella.