Poemas del agua de gustabo adolfo becquer
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Liii
Sobre la falda tenÃa
el libro abierto,
en mi mejilla tocaban
sus rizos negros:
no veÃamos las letras
ninguno, creo,
mas guardábamos ambos
hondo silencio.
¿Cuánto duró? Ni aun entonces
pud...
Xviii
¡Qué hermoso es ver el dÃa
coronado de fuego levantarse,
y a su beso de lumbre
brillar las olas y encenderse el aire!
¡Qué hermoso es tras la lluvia
del triste Otoño en la azulad...
X
Como en un libro abierto
leo de tus pupilas en el fondo.
¿A qué fingir el labio
risas que se desmienten con los ojos?
¡Llora! No te avergüences
de confesar que me quisiste un poco.
¡Llora! Nad...

Xliv
Dices que tienes corazón, y solo
lo dices porque sientes sus latidos;
eso no es corazón... es una máquina
que al compás que se mueve hace ruido.
Xxxviii
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquéllas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a ...
Xc
¿No has sentido en la noche,
cuando reina la sombra
una voz apagada que canta
y una inmensa tristeza que llora?
¿No sentiste en tu oÃdo de virgen
las silentes y trágicas notas
que mis dedos d...
Xxxiii
Dos rojas lenguas de fuego
que a un mismo tronco enlazadas
se aproximan, y al besarse
forman una sola llama.
Dos notas que del laúd
a un tiempo la mano arranca,
y en el espacio se encuentran...

Xiv
Alguna vez la encuentro por el mundo
y pasa junto a mÃ
y pasa sonriéndose y yo digo
¿Cómo puede reÃr?
Luego asoma a mi labio otra sonrisa
máscara del dolor,
y entonces pienso: -Acaso ella ...
Xxvi
Tú eras el huracán y yo la alta
torre que desafÃa su poder:
¡tenÃas que estrellarte o que abatirme!
¡No podÃa ser!
Tú eras el océano y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén:...
Saeta que voladora
cruza, arrojada al azar,
y que no se sabe dónde
temblando se clavará;
hoja que del árbol seca
arrebata el vendaval,
sin que nadie acierte el surco
donde al polvo ...
Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.
Yo quisiera escribirle, del hom...
Besa el aura que gime blandamente
las leves ondas que jugando riza;
el sol besa a la nube en occidente
y de púrpura y oro la matiza;
la llama en derredor del tronco ardiente
por besar a otr...
Lo que el salvaje que con torpe mano
hace de un tronco a su capricho un dios,
y luego ante su obra se arrodilla,
eso hicimos tú y yo.
Dimos formas reales a un fantasma,
de la mente ridÃc...
De lo poco de vida que me resta
diera con gusto los mejores años,
por saber lo que a otros
de mà has hablado.
Y esta vida mortal, y de la eterna
lo que me toque, si me toca algo,
por s...
Olas gigantes que os rompéis bramando
en las playas desiertas y remotas,
envuelto entre la sábana de espumas,
¡llevadme con vosotras!
Ráfagas de huracán que arrebatáis
del alto bosqu...
Cuando volvemos las fugaces horas
del pasado a evocar,
temblando brilla en sus pestañas negras
una lágrima pronta a resbalar.
Y, al fin, resbala y cae como gota
de rocÃo al pensar
que...
Entre el discorde estruendo de la orgÃa
acarició mi oÃdo,
como nota de música lejana,
el eco de un suspiro.
El eco de un suspiro que conozco,
formado de un aliento que he bebido,
p...
Este armazón de huesos y pellejos,
de pasear una cabeza loca
se halla cansado al fin, y no lo extraño,
pues, aunque es la verdad que no soy viejo,
de la parte de vida que me toca
en la vid...
¿Quieres que de ese néctar delicioso
no te amargue la hez?
Pues aspÃrale, acércale a tus labios
y déjale después.
¿Quieres que conservemos una dulce
memoria de este amor?
Pues amÃ...

Mi vida es un erial,
flor que toco se deshoja;
que en mi camino fatal
alguien va sembrando el mal
para que yo lo recoja.
Primero es un albor trémulo y vago,
raya de inquieta luz que corta el mar;
luego chispea y crece y se dilata
en ardiente explosión de claridad.
La brilladora lumbre es la alegrÃa,
la te...
Como guarda el avaro su tesoro,
guardaba mi dolor;
querÃa probar que hay algo eterno
a la que eterno me juró su amor.
Mas hoy le llamo en vano y oigo, al tiempo
que le acabó, decir:
Â...
Al brillar un relámpago nacemos,
y aún dura su fulgor cuando morimos;
¡tan corto es el vivir!
La Gloria y el Amor tras que corremos
sombras de un sueño son que perseguimos;
¡despertar...
Llegó la noche y no encontré un asilo;
y tuve sed ... ¡mis lágrimas bebÃ!
¡Y tuve hambre! ¡Los hinchados ojos
cerré para morir!
¿Estaba en un desierto? Aunque a mi oÃdo
de las ...
Una mujer me ha envenenado el alma,
otra mujer me ha envenenado el cuerpo;
ninguna de las dos vino a buscarme,
yo de ninguna de las dos me quejo.
Como el mundo es redondo, el mundo rueda;
...

Fingiendo realidades
con sombra vana,
delante del Deseo
va la Esperanza.
Y sus mentiras,
como el fénix, renacen
de sus cenizas.

Solitario, triste y mudo
hállase aquel cementerio;
sus habitantes no lloran...
¡Qué felices son los muertos!
La gota de rocÃo que en el cáliz
duerme de la blanquÃsima azucena,
es el palacio de cristal en donde
vive el genio feliz de la pureza.
Él la da su misterio y poesÃa,
él su aroma bals...
Los invisibles átomos del aire
en derredor palpitan y se inflaman,
el cielo se deshace en rayos de oro,
la tierra se estremece alborozada.
Oigo flotando en olas de armonÃas,
rumor de bes...
Cuando sobre el pecho inclinas
la melancólica frente,
una azucena tronchada
me pareces.
Porque al darte la pureza
de que es sÃmbolo celeste,
como a ella te hizo Dios
de oro y nieve.
Yo me he asomado a las profundas simas
de la tierra y del cielo,
y les he visto el fin o con los ojos
o con el pensamiento.
Mas ¡ay!, de un corazón llegué al abismo
y me incliné un mom...

Triste cosa es el sueño que llanto nos arranca, mas tengo en mi tristeza una alegrÃa... ¡Sé que aún me quedan lágrimas!.

Y el pensamiento es necesario ejercitarlo, se debe cada dÃa y de nuevo y de nuevo pensar, para conservar la vida del pensamiento.

Despierta rÃes y al reÃr tus labios inquietos me parecen relámpagos de grana que serpean sobre un cielo de nieve.

Llevadme, por piedad, a donde el vértigo con la razón me arranque la memoria. ¡Por piedad! ¡Tengo miedo de quedarme con mi dolor a solas!.

La brilladora lumbre es la alegrÃa; la temerosa sombra es el pesar: ¡Ay!, en la oscura noche de mi alma,
Mientras se sienta que se rÃe el alma, sin que los labios rÃan; mientras se llore, sin que el llanto acuda a nublar la pupila; mientras el corazón y la cabeza batallando prosigan, mientras haya esp...

Todo es mentira: la gloria, el oro. Lo que yo adoro solo es verdad: ¡la Libertad!.

Hoy como ayer, mañana como hoy, ¡y siempre igual!, un cielo gris, un horizonte eterno y andar..., andar.

En el majestuoso conjunto de la creacion, nada hay que me conmueva tan hondamente, que acaricie mi espÃritu y dé vuelo desusado a mi fantasia como la luz apacible y desmayada de la luna.