Sexo y amor según Arthur Schopenhauer. Encuentra docenas de sexo y amor según Arthur Schopenhauer con fotos para copiar y compartir.
Grita la gente por la condición melancólica y desconsolada de mi fllosofia. Pero eso se debe meramente a que yo, en vez de fabular un infierno futuro, como equivalente de los pecados de la gente, he...
La riqueza se parece al agua de mar; cuanta más bebemos, tanto más sedientos nos sentimos.
Una corona de laurel es una corona de espinas revestida de hojas.
(...) en nuestra naturaleza hay tres cuerdas que pueden ser pulsadas por el motivo, es decir, tres fuentes de todas nuestras acciones: 1) el provecho propio (interés), 2) la compasión, y 3) la cruel...
De los males de la vida nos consolamos con la muerte, y de la muerte, con los males de la vida.
Si el ser humano estuviera destinado a pensar, no tendria oídos.
Podemos comparar la sociedad con una hoguera cerca de la cual se calienta la persona prudente, pero a la debida distancia y sin meter las manos en ella, como hace el necio. Éste, tras haberse quemado...
Casi siempre me ocurre a mí con la gente lo que le ocurría a Jesús de Nazaret cuando llamaba a sus discípulos: que siempre estaban todos dormidos.
El hombre ha hecho de la Tierra un infierno para los animales.
Si reinase la justicia bastaría con haber construido nuestra casa y no se necesitaría otra protección que la del derecho público de propiedad. Pero como lo que está a la orden del día es la inju...
La muerte de Sócrates y la crucifixión de Cristo forman parte de los grandes rasgos de carácter de la humanidad.
La riqueza es como el agua salada; cuanto más se bebe, más sed da.
Solo a los reyes y a los criados -es decir a los dos extremos de la sociedad- se los llama por su nombre propio.
Los salvajes se devoran los unos a los otros y los mansos se engañan mutuamente; "curso del mundo" se denomina a eso. Los Estados con toda su artificiosa maquinaria dirigida hacia fuera y hacia dentr...
Un genio es el que es capaz de ver la idea en el fenómeno.
En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo no es sino música hecha realidad.
La belleza es una carta de recomendación que nos gana de antemano los corazones.
Las horas del muchacho son más largas que los días del viejo.
Los primeros cuarenta años de vida nos dan el texto; los treinta siguientes, el comentario.
El hombre es en el fondo un animal terrible y cruel. Lo conocemos como ha sido domesticado y educado por lo que conocemos como civilización.
La cantidad de rumores inútiles que un hombre puede soportar es inversamente proporcional a su inteligencia.
La amabilidad es como una almohadilla, que aunque no tenga nada por dentro, por lo menos amortigua los embates de la vida.
Aunque el mundo contiene muchas cosas decididamente malas, la peor de todas ellas es la sociedad.
A excepción del hombre, ningún ser se maravilla de su propia existencia.
Los hombres vulgares han inventado la vida en sociedad porque les es más fácil soportar a los demás que soportarse a sí mismos.
Cada uno tiene el máximo de memoria para lo que le interesa y el mínimo para lo que no le interesa.
Cada nación se burla de las otras y todas tienen razón.
Por vida feliz hay que entender siempre "menos desdichada"; es decir, soportable. Y realmente, la vida no se nos ha dado para gozarla, sino para sufrirla, para pagarla.
Quien no tiene nada individual de qué envanecerse se envanece de haber nacido aquí o allí.
"El destino mezcla las cartas, y nosotros las jugamos".
Los hombres vulgares solo piensan en cómo pasar el tiempo. Un hombre inteligente procura aprovecharlo
Se dice que la maldad se expía en aquel mundo; pero la estupidez se expía en éste.
Es cierto que nada contribuye menos a la alegría que la riqueza, y nada contribuye más que la salud; en las clases inferiores, entre los trabajadores de la tierra, se observan los rostros alegres y ...
Todo imbécil execrable, que no tiene en el mundo nada de que pueda enorgullecerse, se refugia en este último recurso, de vanagloriarse de la nación a que pertenece por casualidad.
En general, las nueve décimas partes de nuestra felicidad se fundan en la salud
A la filosofía nada mejor podría ocurrirle que esto: que se suprimieran todas las cátedras universitarias de filosofía. Con ello se eliminarían el mayor de todos los inconvenientes, a saber: que ...
Tanto prevalece la salud por sobre todos los bienes exteriores que probablemente un mendigo sano sea más feliz que un rey enfermo
Ningún dinero mejor empleado que aquel que nos hemos dejado robar, porque nos ha servido para comprar prudencia.
Nuestro mayor placer consiste en que se nos admire, y los demás no se prestan sino muy difícilmente a admirarnos, aunque su admiración nos parezca siempre justificada. Así resulta que el hombre m�...
La genialidad consiste en la objetividad del intelecto.