Colección de paco
El profundo respeto a la vejez y a la tradición -el derecho entero se basa en ese doble respeto-, la fe y el prejuicio favorables para con los antepasados y desfavorables para con los venideros son tÃpicos de la moral de los poderosos; y cuando, a la inversa, los hombres de las "ideas modernas" creen de modo casi instintivo en el "progreso" y en "el futuro" y tienen cada vez menos respeto a la vejez, eso delata ya suficientemente la procedencia no aristocrática de esas "ideas".
Friedrich NietzscheAparta la amistad de la persona que si te ve en el riesgo te abandona.
Félix MarÃa SamaniegoLa superioridad de algunos hombres es meramente local. Son grandes porque sus asociados son pequeños.
Ben JohnsonTantos siglos de civilización y no aprendimos a abrazarnos.
José NaroskyAmistad fuerte, llega más allá de la muerte.
RefránPara no ser los esclavos martirizados del tiempo, embriagaos, ¡embriagaros sin cesar! con vino, poesÃa o virtud, a vuestra guisa.
Charles BaudelaireSolo es eterno el arte robusto.
Théophile GautierMariposas que nunca serán llevados por el viento otoñal los tristes gusanos de la mostaza.
Matsuo BashoEl dinero es una nueva forma de esclavitud que solo se distingue de la antigua por el hecho de que es impersonal; no existe una relación humana entre amo y esclavo.
León TolstoiEl que ama el peligro, en él perece.
RefránUn fracaso en el teatro, por ejemplo, es para mà más estimulante que el éxito. ¿qué hacer en caso de éxito sino bajar la mirada e intentar mostrarse modesto? en caso de fracaso, al contrario, hay que recordarle a la ‘troupe’ desconsolada que no es el fin del mundo, que, al fin y al cabo, hemos pasado un buen rato juntos.
Françoise SaganLos partidos polÃticos sirven para mantener a cada uno bajo vigilancia permanente del otro.
Henry ClayYo me siento muy feliz y satisfecho con el homenaje del pueblo. Porque es mi pueblo. Es el pueblo que sufre y rÃe conmigo, y que me aplaude. El pueblo que ha formado el pedestal de mi prestigio y mi gloria.
Carlos GardelLa mentira es la forma más simple de autodefensa.
Susan Sontag¡Toda la primavera dormÃa entre tus manos!.
Ernestina De ChampourcÃnEl hábito es el enorme volante de inercia que mueve a la sociedad, su más valioso agente de conservación.
William JamesMás come en una semana un gato que cien ratones en todo un año.
RefránCuando caÃa la noche, él mismo introducÃa por la puerta de la calle a mujeres de toda condición, y en las estancias abaciales tenÃan lugar los más exquisitos banquetes. Como Hudson confesaba, habÃa corrompido a todas aquellas parroquianas que merecÃan la pena. Entre ellas habÃa una joven pastelera que escandalizaba al barrio con su coqueterÃa y desenfado; Hudson, que no podÃa visitarla en su casa, la encerró en su serrallo. Esa especie de rapto levantó las sospechas de los padres y del marido. Fueron a visitarle. Hudson les recibió con aspecto consternado. Mientras aquella pobre gente exponÃa el problema, sonó la campana; eran las seis de la tarde: Hudson requirió silencio, se quitó el bonete, se levantó, se persignó con gestos ampulosos y recitó con tonos dulces y mÃsticos: ‘Angelus Domini nuntiavit Mariae...’. Al bajar por la escalera, hacia la salida, el padre y los hermanos de la pastelera, avergonzados de sus sospechas, le decÃan al marido: ‘Hijo, eres un bobo… ¿No te da vergüenza? ¡Cómo rezaba el Angelus! ¡Es un santo!.
Denis DiderotLa fotografÃa, como medio de gran alcance de la expresión y de comunicaciones, ofrece una variedad infinita de opiniónes, de interpretaciónes y de ejecuciónes.
Ansel AdamsConfidencias
Una flor por el suelo,
un cielo de hojas empapado en lloro
y encima de ese cielo, el otro cielo
lleno de luna y de brillantes y oro...
Un arroyo que el aura acariciaba;
un banco... sobre el banco
asÃ, como quien flota, se sentaba;
y vestida de blanco,
bella como un arcángel, me esperaba.
Aún flotan en mis noches de desvelo
con la luz de una luna como aquélla,
el verde y el azul de cielo y cielo,
y aura y arroyo y flor y banco y ella.
¿No te acuerdas, mujer, cuántos delirios
yo me forjaba, junto a ti de hinojos,
al resplandor de los celestes cirios,
al resplandor de tus celestes ojos?
¿Te acuerdas, alma mÃa?
¡Entonces inocente
me jurabas amor y yo podÃa
besar tu corazón sobre tu frente!
¡Ayer, unos tras otros,
mil delirios asà pude fingirme;
hoy no puede haber nada entre nosotros,
hoy tú vas a casarte... y yo a morirme!
¡Y tanto sol y porvenir dorado,
tanto cielo soñado,
en una inmensa noche se derrumba!
¡Hoy me dijiste tú: no hay esperanza;
hoy te digo: en paz goza; y, en mi tumba,
mañana me dirás: en paz descansa!
Nueva York, 1876