El mal que me ha sucedido yo nunca lo lamenté, pero tampoco lo olvido pues dio sentido a mi bien.
Te curaste con olvido y yo he seguido queriéndote con mi equívoco amor, firme en mi error.
Mi silencio responde a tu silencio, y la respuesta a mis preguntas miro apenas en tus ojos encenderse.
Y yo respiro, y ando, y caigo, y giro y vuelvo a ver los árboles sedientos y los pájaros disparados en la embriaguez de la música del viento y estoy inmóvil y absorto y maravillado de un día más...
Todos los días son aniversarios que una memoria infiel no conmemora: aniversarios de lejanas dichas, de sueños, de inquietudes y de auroras.
¿Mi imagen estará en tus ojos?, sueño...
Amo en las gentes lo que hay de inconsciente, de alegría, de asombro, de incierta espera.
Me falta el jarro de flores olorosas de tu corazón.
Amantes viejos, sobran las palabras para entendernos. Todo lo hemos dicho y hasta nuestro silencio es un dulce silencio repetido.
¡Y no olvidamos!. De súbito, nos viene antigua lumbre, nos enciende y dora, y nos puebla de imágenes queridas o de remordimiento nos agobia.
Cante mejor, dichoso, nocturno ruiseñor, yo, grillo humilde, digo: esta es mi voz.
Ay, corazón viajero, tu soledad es perdición, has de llorar tu soledad vacía si se te muere la flor de la imaginación.
Esta es mi vida, un oscuro trabajo, un intenso anhelar, las rosas de mi patio y mi vacío hogar.
El corazón solo recuerda nubes, perdidos sueños e intangibles formas!.
Soledad te pedía y soledad me diste, y es ésta la alegría de mi existencia triste.
Ay, mi hormiga insensata, por cuidar de la vida nunca supiste la gracia de cantar, te atrapará mañana la muerte con la despensa llena, pero sin un cantar.
Un aire de caricias ondula la marea castaña de tu pelo con luz que balbucea.
¡Nuestro deber oscuro es cantar a la paz, a la armonía, al fraternal abrazo de comunión de sueños de los hombres!.
¡Has de echarle los brazos a la vida cuanto más en la noche te sientas naufragar!.
Hubo un momento en que a mi sueño navegante la imagen pareciste de su sueño.