La amistad comienza donde termina o cuando concluye el interés.
Estos son malos tiempos. Los hijos han dejado de obedecer a sus padres y todo el mundo escribe libros.
Una vida feliz consiste en tener tranquilidad de espÃritu.
Nada resulta más atractivo en un hombre que su cortesÃa, su paciencia y su tolerancia.
Los hombres son como los vinos: la edad agria los malos y mejora los buenos.
La falsedad está tan cercana a la verdad que el hombre prudente no debe situarse en terreno resbaladizo.
La primera ley de la amistad es pedir a los amigos cosas honradas; y solo cosas honradas hacer por ellos.
Este es el primer precepto de la amistad: Pedir a los amigos solo lo honesto, y solo lo honesto hacer por ellos.
El buen ciudadano es aquel que no puede tolerar en su patria un poder que pretende hacerse superior a las leyes.
¿Qué cosa más grande que tener a alguien con quien te atrevas a hablar como contigo mismo?
La confidencia corrompe la amistad; el mucho contacto la consume; el respeto la conserva.
Nadie que confÃa en sÃ, envidia la virtud del otro.
No basta con alcanzar la sabidurÃa, es necesario saber utilizarla.
Aun cuando digan la verdad, los mentirosos no son creÃdos.
La vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos.
Cuando mejor es uno, tanto más difÃcilmente llega a sospechar de la maldad de los otros.
La libertad solo reside en los estados en los que el pueblo tiene el poder supremo.
Las vanas pretensiones caen al suelo como las flores. Lo falso no dura mucho.
De hombres es equivocarse; de locos persistir en el error.
Los hombres sabios nos han enseñado que no solo hay que elegir entre los males el menor, sino también sacar de ellos todo el bien que puedan contener.