Reflexionar con calma antes de adoptar ninguna determinación, no cansarse nunca de obrar el bien, y tratar cada asunto según convenga.
Mejor que el hombre que sabe lo que es justo es el hombre que ama lo justo.
El que conoce la verdad no es igual al que la ama.
Donde hay satisfacción no hay revoluciones.
Quien ama a los hombres afianza a los hombres, pues él mismo desea ser afianzado; ayuda a los hombres a lograr éxito, pues él mismo desea lograr éxito.
El noble no da crédito a las palabras por la sola autoridad de quien las pronuncia; tampoco rechaza la verdad aunque provenga de una persona ignorante.
¿Uno que no sepa gobernarse a sí mismo, cómo sabrá gobernar a los demás?.
Aquel que gobierna por medio de su excelencia moral puede compararse a la estrella polar, que permanece en su sitio en tanto todas las demás estrellas se inclinan ante ella.
El sabio sabe que ignora.
Sin no conoces todavía la vida, ¿cómo puede ser posible conocer la muerte?
Los cautos rara vez se equivocan.
Cuando veáis a un hombre sabio, pensad en igualar sus virtudes. Cuando veáis un hombre desprovisto de virtud, examinaos vosotros mismos.
Es más fácil apoderarse del comandante en jefe de un ejército que despojar a un miserable de su libertad.
Los hombres se distinguen menos por sus cualidades naturales que por la cultura que ellos mismos se proporcionan. Los únicos que no cambian son los sabios de primer orden y los completamente idiotas.
La naturaleza humana es buena y la maldad es esencialmente antinatural.
Si no se respeta lo sagrado, no se tiene nada en que fijar la conducta.
Solo los sabios más excelentes, y los necios más acabados, son incomprensibles.
Lo que no quieras que los otros te hagan a ti, no lo hagas a los otros.
Entristécete no porque los hombres no te conozcan, sino porque tú no conoces a los hombres.
El lenguaje artificioso y la conducta aduladora rara vez acompañan a la virtud.