Mucha falta hace a la família el hombre que se muere; pero la mujer vale poco.
El rey debe tener presente tres cosas: que gobierna hombres, que debe gobernarlos según la ley y que no gobernará siempre.
Hasta las desdichas han de sentirse con moderación.
El trabajo es el padre de la gloria y de la felicidad.
Cuando la fortuna sonríe, ¿qué necesidad hay de amigos?
La ley de la naturaleza del hombre es la igualdad.
Los muertos no tienen lágrimas y olvidan toda pesadumbre.
Dícese que los regalos persuaden aun a los dioses.
Un solo hombre es más digno de ver la luz que infinitas mujeres.
¡Qué mala es siempre por naturaleza la esclavitud, y cómo soporta lo que no debe, sometida por la fuerza!
La pobreza tiene este defecto: incita al hombre a cometer malas acciones.
No es lo que el orador dice, sino quién es, lo que da peso a la elocuencia
Perdóname, hijo, los hombres son hombres, sino que necesita debe errar.
¡Oh!, bálsamo precioso del sueño, alivio de los males, cómo te agradezco que acudas a mí en los momentos de necesidad.
El amor es el maestro más fecundo en recursos.
La fortuna, en verdad, ayuda a aquellos que tienen buen juicio.
Los ricos no pueden comprar el privilegio de morir viejos.
La opulencia tiene su miseria: es cobarde y se apega a la vida.
El que habla a un necio, aunque sea prudente, parecerá también necio.
Cuando los dioses quieren destruir a un hombre, primero lo enloquecen.