Frases de francis scott fitzgerald
Los ricos tienen más dinero, y los pobres, más niños.
El dinero ha aniquilado más almas que el hierro cuerpos.
La vitalidad se revela no solamente en la capacidad de persistir sino en la de volver a empezar.
Enséñame un héroe y te escribiré una tragedia.
Es preferible fiarse del hombre equivocado a menudo, que de quien no duda nunca.
Evidentemente, la vida es solo un continuo proceso de deterioro.
Puedes acariciar a la gente con palabras.
El amor a la vida es esencialmente tan incomunicable como el dolor.
Los dementes solo son huéspedes en la Tierra, eternos extranjeros que pasean unos decálogos rotos en los que no saben leer.
Y así vamos adelante, botes contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado.
O se aprende educación en la propia casa o el mundo la enseña con el látigo, y nos podemos hacer daño.
La vida no pertenece al hombre. Le sobrepasa porque ha sido recibida de Dios. Es sagrada. Ningún hombre puede disponer de ella a su antojo.
En el crepúsculo encantado de la metrópolis a veces sentía una fascinante soledad, y la sentía en otros: pobres y jóvenes oficinistas que rondaban los escaparates hasta que llegaba la hora de su ...
El sentido fundamental de la buena educación es inequitativamente repartido al nacer.
Era una de aquellas sonrisas excepcionales que poseían la cualidad de ser eternamente reconfortantes por sí mismas, de las que uno se encuentra sólo cuatro o cinco veces en la vida.
Siempre decías que un hombre aprende cosas y cuando deja de aprenderlas es como todos los demás
Una generación nueva, que se dedica más que la última a temer a la pobreza y a adorar el éxito; crece para encontrar muertos a todos los dioses, tiene hechas todas las guerras y debilitadas todas ...
Encantado y repelido por la inagotable variedad de la vida
No juzgar es motivo de esperanza infinita. Todavía creo que perdería algo si olvidara que, como sugería mi padre con cierto esnobismo, y como con cierto esnobismo repito ahora, el más elemental se...
Sin embargo, allí estaba él, con las mismas exigencias que los otros, como si quisiera arrebatarle algo que era suyo y llevárselo en el bolsillo.