Frases de Francisco de La Rochefoucauld ( 10 )
Los funerales son más por la vanidad de la vida que por el honor a los muertos.
Hay varias clases de curiosidad, uno es de interés, que nos hace desear saber lo que puede ser útil para nosotros, y el otro, del orgullo que proviene del deseo de saber lo que los demás ignoran.
La decencia es la más pequeña de todas las leyes, pero sin embargo, es la ley que está más estrictamente.
La mente es siempre el chivo expiatorio del corazón.
Para alcanzar la grandeza se debe vivir como si nunca fueras a morir.
Los hombres regalan nada tan liberalmente como su asesoramiento.
La felicidad y la miseria de los hombres dependen de los estribos de la fortuna.
La virtud de la mujer es con frecuencia más que una relación con su propia tranquilidad y ternura por su reputación.
Hay pero muy pocos hombres lo suficientemente inteligente como para saber todo el daño que hacen.
Estamos muy lejos de saber siempre nuestros propios deseos.
Ni al sol, ni a la muerte, puede un hombre mirar fijamente.
La inocencia no encuentra nunca tanta protección como en la culpa.
El perfecto comportamiento nace de la completa indiferencia.
Puede encontrar mujeres que nunca han tenido una aventura, pero es difícil encontrar a una mujer que haya tenido solo una.
La razón por la que algunas personas están de acuerdo en la conversación es que cada uno está pensando más en lo que intenta decir que los demás están diciendo.
Las personas que presumen de su propio mérito se enorgullecen de ser lamentable, que ellos y los demás pueden pensar lo suficientemente considerable para ser la envidia y la marca de la fortuna.
Solo hay un tipo de amor, pero hay miles de imitaciones de él.
Sin embargo, el verdadero amor rara que sea, lo es menos que la verdadera amistad.
Nada es tan contagioso como ejemplo, y que no haga nunca nada gran bien o el mal que no produce su gusto.
Lo que hace que el dolor que sentimos por la vergüenza y la envidia sea tan penetrante es porque la vanidad nos puede dar ninguna ayuda para soportarlos.