Cuando no se encuentra descanso en uno mismo, es inútil buscarlo en otra parte.
Perdonamos fácilmente a nuestros amigos los defectos en que nada nos afectan.
La esperanza y el miedo son inseparables.
No se debe juzgar a un hombre por sus cualidades, sino por el uso que hace de ellas.
El verdadero valor consiste en hacer uno sin testigos lo que sería capaz de hacer ante todo el mundo.
Si juzgamos el amor por la mayor parte de sus efectos, se parece más al odio que a la amistad.
Cuando nuestro odio es demasiado profundo, nos coloca por debajo de aquellos a quienes odiamos.
La confianza sirve en las conversaciones más que el ingenio.
Lo que hace que la mayoría de las mujeres sean tan poco sensibles a la amistad es que la encuentran insípida luego de haber probado el gusto del amor.
La inteligencia no podría representar mucho tiempo el papel del corazón.
Un sensato puede amar como un loco, pero nunca como un necio.
Si tuviésemos suficiente voluntad casi siempre tendríamos medios suficientes.
El deseo de parecer listo impide el llegar a serlo.
Como pretendes que otro guarde tu secreto si tú mismo, al confiárselo, no los has sabido guardar.
Hay personas que a pesar de sus méritos nos causan aversión y hay otras que nos agradan a pesar de sus defectos.
Cuanto más se ama a un amante, más cerca se está de odiarle.
Conocer las cosas que lo hacen a uno desgraciado, ya es una especie de felicidad.
La vejez es un tirano que prohíbe, bajo pena de muerte, todos los placeres de la juventud.
Más traiciones se cometen por debilidad que por un propósito firme de hacer traición.
El deseo de ser hábil impide a veces serlo.