Frases de Friedrich Nietzsche ( 26 )
Hay casos en que es indecoroso seguir viviendo. Se debe morir orgullosamente cuando ya no no es posible vivir con orgullo.
Qué me importa a mà el deplorable parloteo de las caóticas y planas cabezas norteamericanas.
El cristianismo negó el profundo instinto del modo como debe vivirse para sentirse en el cielo, para sentirse eterno.
La instrucción en los grandes Estados será, cuando más, mediocre, por la misma razón que en las grandes cocinas se hace todo medianamente.
En mis hijos quiero reparar el ser hijo de mis padres: y en todo el futuro quiero asimismo reparar este presente.
...todos los profetas han hablado de su redentor...
No quiero labrar mi felicidad; quiero realizar mi obra.
Muchas breves tonterÃas: eso se llama entre vosotros amor. Y vuestro matrimonio pone fin a muchas breves tonterÃas en la forma de una única y prolongada estupidez.
Lo esencial en un invento es la casualidad; lo malo es que pocas personas se topan con ella.
El pueblo odia con encono al hombre creador.
Nadie puede percibir en las cosas más de lo que ya conoce.
Quien buscase signos de que una divinidad irónica mueve sus dedos tras el gran juego del mundo, encontrarÃa un apoyo no pequeño en el enorme signo de interrogación que se llama cristianismo.
La única disculpa de Dios es que no existe.
El que niega su propia vanidad suele poseerla en forma tan brutal, que debe cerrar los ojos si no quiere despreciarse a sà mismo.
No nos dejemos inducir a error: los grandes espÃritus son escépticos. Zaratustra es un escéptico. La fortaleza, la libertad nacida de la fuerza y del exceso de fuerza del espÃritu se prueba median...
Un polÃtico divide la humanidad en dos clases: los instrumentos y los enemigos
La cosa que mejor hacemos, desearÃa nuestra vanidad hacerla pasar por la más difÃcil. Esto puede explicar el origen de muchas morales.
A la mujer le gusta creer que el amor puede lograr cualquier cosa; es su superstición personal.
Bien lo sabes: ese demonio cobarde que llevas dentro a quien complace juntar las manos y cruzar los brazos, y sentirse más cómodo â?? ese demonio cobarde te dice: ¡Existe un Dios!
El hombre no puede saber de por sà qué es bueno y qué es malvado,por ello Dios le ha enseñado su voluntad... Moraleja: el sacerdote no miente.
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