Morir es retirarse, hacerse a un lado, ocultarse un momento, estarse quieto, pasar el aire de una orilla a nada y estar en todas partes en secreto.
Me interesa el futturo, por que es donde voy a pasar el resto de mi vida.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios una canción no aprendida, y se van llorando, llorando, la hermosa vida. (Fracción del poema los amorosos)
Mansamente, insoportablemente, me dueles. Toma mi cabeza. Córtame el cuello. Nada queda de mí después de este amor.
Si tienes una propensión mística, por qué no escribirla; si vives solo y atormentado en la soledad, ¿por qué no hablar de lo tuyo?
Te quiero, amor, amor absurdamente, tontamente, perdido, iluminado, soñando rosas e inventando estrellas y diciéndote adiós yendo a tu lado.
La poesía es un acontecimiento humano y la puedes encontrar en cualquier parte, a cualquier hora, sorpresivamente.
Me tienes en tus manos y me lees lo mismo que un libro. Sabes lo que yo ignoro y me dices las cosas que no me digo.
No es que muera de amor, muero de ti. Muero ti, amor, de amor de ti.
Cuando tengas ganas de morirte no alborotes tanto: muérete y ya.
Te dicen descuidado por que están acostumbrados a los jardines, no a la selva.
Y yo te quiero así: mía, pero tuya al mismo tiempo.
Aquí no pasa nada; mejor dicho, pasan tantas cosas juntas al mismo tiempo que es mejor decir que no pasa nada.
Yo aquí, escribiéndote. Tú allá, borrándote.
Porque las palabras mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.
Vendríamos de la mano, a media calle, solos, y no diríamos nada. Que lo diga la noche. Que digan que te quiero las estrellas, los rumores lejanos, la distancia.
Las mejores palabras de amor están entre dos gentes que no se dicen nada.
Mi corazón desde hace días quiere hincarse bajo alguna caricia, una palabra.
Ojalá te encuentre por aquí, en alguna calle del sueño. Es una gran alegría ésta de aprisionarte con mis párpados al dormir.
Amor, todos los días. Aquí a mi lado, junto a mí, haces falta.