Le he amado demasiado para no odiarle.
A menudo es fatal vivir demasiado tiempo.
¡Insensato quien fía al porvenir!
Dueño del Universo, yo regulo su fortuna. Puedo nombrar reyes, puedo deponerlos, pero de mi corazón yo no puedo responder.
En la tragedia solo conmueve lo verosímil.
Los más desgraciados son los que lloran menos.
Para creerse infiel es preciso creerse amado.
No hay secreto que el tiempo no revele.
Señor, el amor jamás espera a la razón.