Buscamos la solidaridad no como un fin sino como un medio encaminado a lograr que nuestra América cumpla su misión universal.
. . . Mis políticas son así, dejar la idea honrada al cuidado de la honradez de los hombres.
El lenguaje ha de ser matemático, geométrico, escultórico. La idea ha de encajar exactamente en la frase, tan exactamente que no pueda quitarse nada de la frase sin quitar eso mismo de la idea.
Nadie a la libertad tiene derecho, cuando no hace hábito y gala de respetar la libertad ajena.
La paz viene como necesaria consecuencia del trabajo: pero el trabajo no se alimenta cuando no puede tener la esperanza de realizar y mejorar sus productos.
No hay más goces reales en el mundo que el amor fiel de la casa, y la amistad en los pocos hombres buenos.
Debe hacerse en cada momento, lo que en cada momento es necesario.
Los niños son la esperanza del mundo.
Los hombres son como los astros, que unos dan luz de sí y otros brillan con la que reciben.
El hombre sincero tiene derecho al error.
El honor es la dicha y la fuerza.
El derecho del obrero no puede ser nunca el odio al capital; es la armonía, la conciliación, el acercamiento común de uno y del otro.
Las verdades elementales caben en el ala de un colibrí.
Para pedestal, no para sepulcro, se hizo la tierra, puesto que está tendida a nuestros pies.
Vale más un minuto de pie que una vida de rodillas.
El que tiene un derecho no obtiene el de violar el ajeno para mantener el suyo.
Los bárbaros que todo lo confían a la fuerza y a la violencia, nada construyen, porque sus simientes son de odio.
También a un gran hombre lo puede exasperar una miserable mosca.
La libertad no puede ser fecunda para los pueblos que tienen la frente manchada de sangre.
Por primera vez me parece buena una cadena para atar, dentro de un cerco mismo, a todos los pueblos de mi América.