No hay más infierno para el hombre que la estupidez y la maldad de sus semejantes.
¿Qué es más inmoral que la guerra?
La idea de Dios es el único mal que que no puedo perdonar a la humanidad.
Ningún amante, si éste es de buena fe, y sincero, va a negar que preferiría ver a su amante muerto que infiel.
Tu cuerpo es la iglesia donde la Naturaleza pide ser reverenciado.
Si existe un Dios, ¿qué importa la forma en que los hombres le adoren?
¿Remordimientos? Esos impulsos, ¿son conocidos acaso por un corazón como el mío? Hace mucho tiempo que el hábito del mal los apagó en mi alma endurecida.
Lo que hace celoso al amante no es el afecto que siente por ella sino el miedo a la humillación pública si su querida cambiara de sentimientos hacia él.
...¿no es más desesperante la incertidumbre de no ser en el futuro, a la certidumbre de no haber sido en el pasado?
Únicamente el entusiasmo o la locura pueden determinar que se prefiera un sistema de conjeturas improbables que desesperan a aquel sistema evidente que tranquiliza.
No hay amante en el mundo que no prefiera ver muerta a su querida, a que le sea infiel.
Habrá que demostrar que la virtud no es el sentimiento habitual del hombre, que solo es el sacrificio forzado, que la obligación de vivir en sociedad le obliga a tener en cuenta consideraciones cuya...
Sé filósofo, toma lo tuyo y permite que el prójimo escoja sus propias pasiones.
Todas las cosas no son más que costumbre, señora, no hay nada a lo que uno no se habitúe, ¿no les gustaba a las damas romanas ver caer a los gladiadores a sus pies? ¿No llevaban ellas la ferocida...
El que se entrega al mal por el mal mismo no actúa por debilidad, sino por fuerza; y de ese modo no lamenta por la mañana los excesos cometidos la noche anterior, sino que se felicita por haberlos c...
Si la acción es descubierta y castigada, si pensamos bien, no es del mal ocasionado al prójimo de lo que nos arrepentimos, sino de la desgracia que nos ha producido el cometerla y el ser descubierta
¿Qué es la razón? Es la facultad que me ha dado la naturaleza para aceptar un objeto y huir de otro en función del placer o del dolor que de ellos puedo recibir.
Somos seres de perversidad inmensa cada uno de nostros; villanos para quienes no existe más Dios que sus deseos, más leyes que los límites de su resistencia, más cuidados que sus placeres; sin pri...
Solamente de nosostros depende nuestra felicidad; ésta no depende sino de nuestra conciencia, y puede ser que un poco de nuestras opiniones, sobre las cuales solo deben actuar las más seguras inspir...
No es en absoluto mi manera de pensar la que ha hecho mi desgracia; es la de los otros.