El cuerpo canta; la sangre aúlla; la tierra charla; la mar murmura; el cielo calla y el hombre escucha.
Es en el aspecto religioso donde hay que ir a buscar lo más típico y lo más radical de un pueblo.
Cuando se muere alguien que nos sueña, se muere una parte de nosotros.
Obra de modo que merezcas a tu propio juicio y a juicio de los demás la eternidad, que te hagas insustituible, que no merezcas morir.
La filosofía responde a la necesidad de hacernos una concepción unitaria y total del mundo y de la vida.
El ajedrez procura una suerte de inteligencia que sirve únicamente para jugar al ajedrez.
El amor compadece, y compadece más cuanto más ama.
¡Belleza, sí belleza! Pero la belleza no es eso, no es la del arte por el arte, no es la de los esteticistas. Belleza cuya contemplación no nos hace mejores no es tal belleza.
El cielo de la fama no es muy grande, y cuántos más en él entren a menos tocan cada uno de ellos.
El alma es un manantial que solo se revela en lágrimas.
Si sientes que algo te escarabajea dentro, pidiéndote libertad, abre el chorro y déjalo correr tal y como brote.
Mi gato nunca se ríe o se lamenta, siempre está razonando.
Refinada soberbia es abtenerse de obrar por no exponernos a la crítica.
Una de las ventajas de no ser feliz es que se puede desear la felicidad.
Es detestable esa avaricia espiritual que tienen los que sabiendo algo, no procuran la transmisión de esos conocimientos.
Siente el pensamiento, piensa el sentimiento.
Procuremos más ser padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado.
El que tiene fe en sí mismo no necesita que los demás crean en él.
Jamás desesperes, aun estando en las más sombrías aflicciones, pues de las nubes negras cae agua limpia y fecundante.
La felicidad no es cosa fácilmente digerible; es, más bien, muy indigesta.