Hay que masticar las palabras más que un pedazo de pan.
Por numerosos que puedan ser los meandros del río, acabará por ir a parar al mar.
Nuestros defectos nos imitan más cuando los observamos en otros.
No puede impedirse el viento. Pero pueden construirse molinos.
Las palabras de oro van a menudo seguidas de actos de plomo.
No creas jamás que tu enemigo es débil.