Si quieres darme la muerte tira donde más te agrade, pero no en el corazón porque allí llevo tu imagen.
Salvador Rueda
Que jamás el destino, comprendiéndome mal, me otorgue la mitad de lo que anhelo y me niegue el regreso.
El amor nunca se paga sino con puro amor.
Dios mío, casi no he creído nunca en tí, pero siempre te he amado.
Lo más increible de los milagros es que ocurren.