Este juego pertenece a todos los pueblos y a todas las épocas y nadie puede saber de él qué divinidad lo regaló a la Tierra para matar el tedio, aguzar el espíritu y estimular el alma.
Stefan Zweig
Sin Querer
Sin querer,
sin encontrar una niebla de olvido
que me haga extraviarme en mi presente,
que no recuerdo
porque la luz es excesiva;
sin querer,
sin desaprender esa música
lejana -y consegu...
Cuando llora el heredero, sus lágrimas no caen al suelo.
Pies, para que los quiero si tengo alas para volar.
Te esperaré apoyada en la curva del cielo y todas las estrellas abrirán para verte sus ojos conmovidos.