y el sacerdote reía de buena gana cuando mi amigo le preguntaba, entre copa y copa de aromas de Montserrat, si sabía a ciencia cierta si las monjas tenían muslos y si de tenerlos eran tan mollares y mordisqueables como venía él sospechando desde la adolescencia. ?Va a conseguir usted que lo excomulguen ?le reprendí a mi padre?. Las monjas ni se miran ni se tocan. ?Pero si el mosén es casi más golfo que yo ?protestaba Fermín?. Si no fuese por el uniforme? Andaba
Carlos Ruiz Zafón