Aunque los hombres se jacten de sus grandes acciones, muchas veces no son el resultado de un gran designio, sino puro efecto del azar.
Francisco de La Rochefoucauld
No se pueden alimentar hambrientos con estadísticas.
Los satisfechos, los felices, no aman; se duermen en la costumbre.
Para enseñar a los demás, primero has de hacer tú algo muy duro: has de enderezarte a ti mismo.
Saber y saberlo demostrar es valer dos veces.