Antonio porchia han dejado de enganarte. Encuentra docenas de antonio porchia han dejado de enganarte con fotos para copiar y compartir.
Hallé lo más bello de las flores en las flores caídas.
Sí, son millones de estrellas. Y millones de estrellas son dos ojos que las miran.
La verdad tiene muy pocos amigos y los muy pocos amigos que tiene son suicidas.
Sé que no tienes nada. Por ello te pido todo. Para que tengas todo.
Nadie es luz de sí mismo: ni el sol.
Estoy tan poco en mí, que lo que hacen de mí, casi no me interesa.
Sí, trataré de ser. Porque creo que es orgullo no ser.
Cien hombres, juntos, son la centésima parte de un hombre.
Si yo fuese como una roca y no como una nube, mi pensar, que es como el viento, me abandonaría.
El recuerdo es un poco de eternidad.
Cuando me hiciste otro, te dejé conmigo.
Eramos yo y el mar. Y el mar estaba solo y solo yo. Uno de los dos faltaba.
Cuando no puedes hacerme reír o llorar, solo puedes cansarme.
Mi padre, al irse, regaló medio siglo a mi niñez.
Debieras extinguir tus ojos antes que se extinga el sol, para dejarlo encendido.
Del vivir conozco el vivir de nada, del morir, el morir de todo.
Creo que son los males del alma, el alma. Porque el alma que se cura de sus males, muere.
Te asusta el vacío, ¡y abres más los ojos!.
Un corazón grande se llena con poco.
Las pequeñeces no son lo eterno, y lo demás, todo lo demás, lo breve, lo muy breve.
A veces creo que el mal es todo y que el bien es solo un bello deseo del mal.
El mal que no he hecho, ¡cuánto mal ha hecho!.
Se me abre una puerta, entro y me hallo con cien puertas cerradas.
Una flor en la mano muere, apagando una estrella.
Uno es uno con otros; solo no es nadie.
Se puede no deber nada devolviendo la luz al sol.
Creen que moverse es vivir. Y se mueven, no para vivir. Se mueven para creer que viven.
Ir derecho acorta las distancias y también la vida.
Pierdo el deseo de lo que busco, buscando lo que deseo.
Cuando lo superficial me cansa, me cansa tanto, que para descansar necesito un abismo.
Lo que no se convierte en recuerdo, no fué.
Quien abre todas las puertas puede cerrarlas todas.
Se aprende a necesitar, necesitando.
La flor que tienes en tus manos ha nacido hoy y ya tiene tu edad.
Que en el hombre que no puede ser domesticada no es su maldad, pero su bondad.
Mi pobreza no es completa: me falta.
Las flores son sin esperanza. Porque la esperanza es mañana y las flores no tienen mañana.
Lo profundo, visto en profundidad, es superficie.
Desde hace mil años que me pregunto: ¿qué haré ahora? Y aún no necesito responderme.
Sí, es necesario padecer, aun en vano, para no vivir en vano.