Es un arca de besos de bocas ya cerradas, es eterna cautiva, del corazón hermana
La armonía hecha carne tú eres el resumen genial de lo lírico. En ti duerme la melancolía, el secreto del beso y del grito
Cuando sale la luna se pierden las campanas y aparecen las sendas impenetrables Cuando sale la luna, el mar cubre la tierra y el corazón se siente isla en el infinito
Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar y el caballo en la montaña
Andalucía es increíble. Oriente sin veneno. Occidente sin acción
Y aunque no me quisieras te querría por tu mirar sombrío como quiere la alondra al nuevo día, solo por el rocío
Porque eso son los viejos: la cuerda, la ligazón que hay entre la vida y el abismo de la muerte
Los árboles que cantan se tronchan y se secan. Y se tornan llanuras las montañas serenas. Mas la canción del agua es una cosa eterna
No soy un hombre, ni un poeta, ni una hoja, sino un pulso herido que presiente el más alla
La lluvia tiene un vago secreto de ternura, algo de soñolencia resignada y amable. Una música humilde se despierta con ella que hace vibrar el alma dormida del paisaje.
Desván donde el polvo viejo congrega estatuas y musgos, cajas que guardan silencio de cangrejos devorados en el sitio donde el sueño tropezaba con su realidad.
Tenía frio y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua; pedía libros, es decir horizontes, es decir escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física...
No te conoce el toro ni la higuera,
ni caballos ni hormigas de tu casa.
No te conoce el niño ni la tarde
porque te has muerto para siempre.No te conoce el lomo de la piedra,
ni el raso ne...
Verde que te quiero verde
La nostalgia terrible de una vida perdida, el fatal sentimiento de haber nacido tarde, o la ilusión inquieta de un mañana imposible con la inquietud cercana del dolor de la carne.
Cuando el chino lloraba en el tejado sin encontrar el desnudo de su mujer y el director del banco observaba el manómetro que mide el cruel silencio de la moneda, el mascarón llegaba a Wall Street.
¡Qué esfuerzo! ¡Qué esfuerzo del caballo por ser perro! ¡Qué esfuerzo del perro por ser golondrina! ¡Qué esfuerzo de la golondrina por ser abeja!
Con una aguja de hacer calceta, ensartaría yo las lenguas murmuradoras.
El corazón
Que tenía en la escuela
Donde estuvo pintada
La cartilla primera
¿Está en ti
Noche negra
Frío frío
Como el agua
Del río.
El primer beso
Que su...
Le atrajeron con engaños,
que el creyó, por su desdicha,
y se acercó, satisfecho,
con sus buques, a la orilla.
¡Malhaya el corazón noble
que de los malos se fía!,
que al poner ...