El amor es como el fuego; suelen ver antes el humo los que están fuera, que las llamas los que están dentro.
Una idea fija siempre parece una gran idea, no por ser grande, sino porque llena todo un cerebro.
Al amor lo pintan ciego y con alas. Ciego para no ver los obstáculos y con alas para salvarlo.
Si la pasión, si la locura no pasaran alguna vez por las almas. . .
El verdadero amor no se conoce por lo que exige, sino por lo que ofrece.
La alegría de hacer bien está en sembrar, no en recoger.
El que es celoso, no es nunca celoso por lo que ve; con lo que se imagina basta.
El ajedrez, interesantísimo; es juego de dioses: ¡manejar a nuestro antojo un mundo en pequeño con todas sus figuras! Quién sabe si el mundo no será en resumidas cuentas más que eso, un gran tab...
Una cosa es continuar la historia y otra repetirla.
En asuntos de amor los locos son los que tienen más experiencia. De amor no preguntes nunca a los cuerdos; los cuerdos aman cuerdamente, que es como no haber amado nunca.
El mal que hacemos es siempre más triste que el mal que nos hacen.
Si murmurar la verdad aún puede ser la justicia de los débiles, la calumnia no puede ser otra cosa que la venganza de los cobardes.
Algunos escritores aumentan el número de lectores; otros solo aumentan el número de libros.
No hay ninguna lectura peligrosa. El mal no entra nunca por la inteligencia cuando el corazón está sano.
En la vida, lo más triste, no es ser del todo desgraciado, es que nos falte muy poco para ser felices y no podamos conseguirlo.
En cada niño nace la humanidad.
Lo peor que hacen los malos es obligarnos a dudar de los buenos.
Eso de que el dinero no da la felicidad son voces que hacen correr los ricos para que no los envidien demasiado los pobres.
El dinero no puede hacer que seamos felices, pero es lo único que nos compensa de no serlo.
Poco bueno habrá hecho en su vida el que no sepa de ingratitudes.