Frases de Jean-Jacques Rousseau

La naturaleza ha hecho al hombre feliz y bueno, pero la sociedad lo deprava y lo hace miserable.

Es muy difícil pensar noblemente cuando no se piensa más que para vivir.

La paciencia es amarga, pero sus frutos son dulces.

Las cartas de amor se escriben empezando sin saber lo que se va a decir, y se terminan sin saber lo que se ha dicho.

Siempre es más valioso tener el respeto que la admiración de las personas.

La juventud es el momento de estudiar la sabiduría; la vejez, el de practicarla.

Un hombre honrado no encontrará jamás una amiga mejor que su esposa.

Una de las ventajas de las buenas acciones es la de elevar el alma y disponerla a hacer otras mejores.

Las injurias son las razones de los que tienen culpa.

Los temores, las sospechas, la frialdad, la reserva, el odio, la traición, se esconden frecuentemente bajo ese velo uniforme y pérfido de la cortesía.

Un buen padre vale por cien maestros.

Prefiero ser un hombre de paradojas que un hombre de prejuicios.

Las ciudades son el abismo de la especie humana.

El hombre que más ha vivido no es aquél que más años ha cumplido, sino aquel que más ha experimentado la vida.

La conciencia es la voz de las almas, las pasiones son las voces del cuerpo.

Hay un libro abierto siempre para todos los ojos: la naturaleza.

La única costumbre que hay que enseñar a los niños es que no se sometan a ninguna.

Donde quiera que veáis la moderación sin tristeza, la concordia sin esclavitud, la abundancia sin profusión, decid confiadamente; es un ser venturoso el que aquí manda.

Todas las pasiones son buenas mientras uno es dueño de ellas, y todas son malas cuando nos esclavizan.

Si la razón hace al hombre, el sentimiento lo conduce.