La infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir; nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las nuestras.
Hay que avergonzarse de cometer una falta, no de repararla.
Al salir de ciertas bocas, la misma verdad tiene mal olor.
No hacer el bien es un mal muy grande.
El vicio rara vez se insinuó oponiéndose a la honradez; casi siempre toma el disfraz de ésta.
El acento es el alma del discurso.
La clase de felicidad que necesito es menos hacer lo que quiero que no hacer lo que no quiero.
Ser adulto es estar solo.
Renunciar a nuestra libertad es renunciar a nuestra calidad de hombres, y con esto a todos los deberes de la humanidad.
Las ideas generales y abstractas son fuente de los más grandes errores humanos.
No basta que una esposa sea fiel, es menester que su marido, sus amigos y sus vecinos crean en su fidelidad.
El hombre es un milagro sin interés.
La libertad es la obediencia a la ley que uno mismo se ha trazado.
Nadie puede ser feliz si no se aprecia a sí mismo.
No conozco mayor enemigo del hombre que el que es amigo de todo el mundo.
El hombre ha nacido libre y por doquiera se encuentra sujeto con cadenas.
El alma resiste mucho mejor los dolores agudos que la tristeza prolongada.
El más fuerte no es siempre bastante fuerte para ser amo.
El gobierno tuvo su origen en el propósito de encontrar una forma de asociación que defienda y proteja la persona y la propiedad de cada cual con la fuerza común de todos.
Trabajar constituye un deber indispensable para el hombre social. Rico o pobre, poderoso o débil, todo ciudadano ocioso es un ladrón.