Ciertos libros parecen haber sido escritos no para aprender de ellos sino para que se reconozca lo que sabía su autor.
El amor y el deseo son las alas del espíritu de las grandes hazañas.
Escribir la historia es una forma de quitarse de encima el pasado.
La afición de los alemanes por lo impreciso en las artes proviene de su proclividad a la chapucería; pues quien hace chapuzas no puede aprobar el esmero, ya que si no él mismo no sería nada.
Quien produce con alegria y se alegra de lo producido es feliz.
En toda gran separación late un germen de locura; hay que guardarse bien de incubarlo y alimentarlo meditando sobre él.
Todas las épocas decadentes son subjetivas y por contra todas las épocas de progreso son objetivas.
El hombre dado a lo sensible se rie a menudo cuando no hay de qué reírse. Su bienestar interior sale a relucir sea cual sea el móvil que lo estimule.
Vivimos en medio de fenómenos deducidos y no tenemos la menor idea de cómo acceder a la cuestión primordial.
Una vida ociosa es una muerte anticipada.
Muchos hombres no se equivocan jamás porque no se proponen nada razonable.
Toda palabra dicha despierta una idea contraria.
La noche es la mitad de la vida y la mejor mitad.
Nadie es más esclavo que el que se tiene por libre sin serlo.
Sea lo que sea que puedas o sueñes que puedas, comienzalo. Atrevimiento posee genio, poder y magia. Comienzalo ahora.
Con el conocimiento se acrecientan las dudas.
Cuando he estado trabajando todo el día, un buen atardecer me sale al encuentro.
Los pecados escriben la historia, el bien es silencioso.
La multitud no envejece ni adquiere sabiduría: siempre permanece en la infancia.
A veces nuestro destino semeja un árbol frutal en invierno. ¿Quién pensaría que esas ramas reverdecerán y florecerán? Mas esperamos que así sea, y sabemos que así será.