Para mí la patria, no será nunca triunfo, sino agonía y deber.
Cesen los soberbios y cesará la necesidad de levantar a los humildes.
En la justicia no cabe demora: y el que dilata su cumplimiento, la vuelve contra sí.
Lo justo, a veces por el modo de defenderlo, parece injusto.
Para ir adelante de los demás, se necesita ver más que ellos.
Una escuela es una fragua de espíritus.
Solo el ejercicio general del derecho libra a los pueblos del dominio de los ambiciosos.
Contra la razón augusta, nada. Sobre el deber de dar empleo a las fuerzas que puso en la mente la naturaleza, nada. Ni rey sobre el derecho político, ni rey sobre la conciencia. Por encima del hombr...
. . . Por ley de historia, un perdón puede ser un error, pero una venganza es siempre una infelicidad. La conciliación es la ventura de los pueblos.
El amor llenará al cabo el pecho de los hombres.
La educación empieza con la vida, y no acaba sino con la muerte.
La política es el arte de inventar un recurso a cada nuevo recurso de los contrarios, de convertir los reveses en fortuna; de adecuarse al momento presente, sin que la adecuación cueste el sacrifici...
Solo las virtudes producen en los pueblos un bienestar constante y serio.
La patria es dicha, dolor y cielo de todos y no feudo ni capellanía de nadie.
Amor no es más que el modo de crecer.
La libertad no muere jamás de las heridas que recibe. El puñal que la hiere lleva a sus venas nueva sangre.
La justicia, la igualdad del mérito, el trato respetuoso del hombre, la igualdad plena del derecho: eso es la revolución.
Cuando se sirve bien a la patria, se tienen en todas partes muchos amigos viejos.
La unidad de pensamiento, que de ningún modo quiere decir la servidumbre de la opinión, es sin duda condición indispensable del éxito de todo programa político.
Las diferencias políticas no dan derecho, entre hombres corteses y leales, a la inversión, o admisión indiscreta, y publicación voluntaria, de noticias falsas.