La falsedad tiene alas y vuela, y la verdad la sigue arrastrándose, de modo que cuando las gentes se dan cuenta del engaño ya es demasiado tarde.
Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades.
La buena y verdadera amistad no debe ser sospechosa en nada.
La ingratitud es hija de la soberbia.
Señor, las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias.
Me moriré de viejo y no acabaré de comprender al animal bípedo que llaman hombre, cada individuo es una variedad de su especie.
Donde hay música no puede haber cosa mala.
Al que mal vive, el miedo le sigue.
La senda de la virtud es muy estrecha y el camino del vicio, ancho y espacioso.
Un padre para cien hijos, antes que cien hijos para un padre.
El andar tierras y comunicar con diversas gentes hace a los hombres discretos.
Amistades que son ciertas nadie las puede turbar.
Más vale el buen nombre que las muchas riquezas.
El año que es abundante de poesía, suele serlo de hambre.
No puede haber gracia donde no hay discreción.
Las honestas palabras nos dan un claro indicio de la honestidad del que las pronuncia o las escribe.
El amor y la afición con facilidad ciegan los ojos del entendimiento.
La pluma es la lengua del alma.
Al bien hacer jamás le falta premio.
Brava comparación -dijo Sancho-, aunque no tan nueva, que yo no la haya oído muchas y diversas veces, como aquella del juego del ajedrez, que mientras dura el juego, cada pieza tiene su particular o...