El hombre es la medida de todas las cosas.
A veces una broma, una anécdota, un momento insignificante, nos pintan mejor a un hombre ilustre, que las mayores proezas o las batallas más sangrientas.
Muchas cosas son las que el tiempo cura, no las que la razón concierta.
Las arañas atrapan a las moscas y dejan huir a las avispas.
La moral se ha convertido en un insulto a fuerza de confundir moral y represión.
El privilegio, por definición, defiende y protege al privilegio.
Un día del hombre erudito es más largo que un siglo del ignorante.
El trabajo moderado fortifica el espíritu; y lo debilita cuando es excesivo: así como el agua moderada nutre las plantas y demasiada las ahoga.
Los proverbios son los gérmenes de la moral.
Nadie dice que en envidioso.
El que abusa, para engañar, del juramento, reconoce que teme a su enemigo y que insulta a Dios.
Nadie puede ser justamente envidiado.
Esclavos de los más ruines, a trueque de mandar a los mejores.
¡Cuán cierto es que la fortuna está muy fuera del alcance del juicio humano, y que respecto a ella nada sirven nuestros raciocinios!
Una buena educación es el manantial y la raiz de una vida virtuosa.
La mente no es un vaso a ser llenado, sino un fuego a ser encendido.
Así hasta esto tuvo en su favor Argesilao: entrar a mandar sabiendo obedecer.
Una autoridad que se funda en el terror, en la violencia, en la opresión, es al mismo tiempo una vergüenza y una injusticia
A la cogujada no puede faltarle moño, ni tampoco al gobierno popular calumniador.
Muchos hombres cazan a los ignorantes con la adulación.