El infortunio pone a prueba a los amigos y descubre a los enemigos.
Lo que inquieta al hombre no son las cosas, sino las opiniones acerca de las cosas.
Un hombre no puede ser dueño de otro hombre.
En la prosperidad es muy fácil encontrar amigos, en la adversidad no hay nada más difícil.
Recuerda que no eres aquí sino el actor de un drama, el cual será breve o largo según la voluntad del poeta.
En la mayoría de los hombres, la calma es letargia, la emoción es furor
Un barco no debería navegar con una sola ancla, ni la vida con una sola esperanza.
Así como hay un arte de bien hablar, existe un arte de bien escuchar.
Cuando hayas de sentenciar procura olvidar a los litigantes y acordarte solo de la causa.
Filosofar es esto: examinar y afinar los criterios.
Confiamos porque somos precavidos.
La felicidad no consiste en desear cosas sino en ser libre.
El que tiene suerte, encuentra en el yerno un hijo; el que no la tiene, pierde una hija.
Solo los instruidos son libres.
Sobre todo, no hablemos jamás de los hombres para denigrarlos, ensalzarlos o compararlos
Toda la filosofía se basa en dos palabras: sustentarse y abstenerse.
No hay que tener miedo de la pobreza ni del destierro, ni de la cárcel, ni de la muerte. De lo que hay que tener miedo es del propio miedo.
El alma es como una ciudad sitiada: detrás de sus muros resistentes vigilan los defensores. Si los cimientos son fuertes, la fortaleza no tendrá que capitular.
Los hombres no se perturban por las cosas sino por la opinión que tienen de éstas.
La vida es demasiado corta, y tienes cosas importantes que hacer.