Poemas de montesquieu. Encuentra docenas de poemas de montesquieu con fotos para copiar y compartir.
No hay tiranía más cruel que la que se perpetra bajo el escudo de la ley y en nombre de la justicia.
Las costumbres hacen las leyes, las mujeres hacen las costumbres; las mujeres, pues, hacen las leyes.
La democracia debe guardarse de dos excesos: el espíritu de desigualdad, que la conduce a la aristocracia, y el espíritu de igualdad extrema, que la conduce al despotismo.
A la mayoría de las personas prefiero darles la razón rápidamente antes que escucharlas.
Queremos ser más felices que los demás, y eso es dificilísimo, porque siempre les imaginamos mucho más felices de lo que son en realidad.
La amistad es un contrato por el cual nos obligamos a hacer pequeños favores a los demás para que los demás nos los hagan grandes.
Aquí un marido que ama a su mujer es un hombre que no tiene el mérito suficiente para hacerse amar por otra.
El deporte gusta porque halaga la avaricia, es decir, la esperanza de poseer más.
La libertad es el derecho a hacer lo que las leyes permiten. Si un ciudadano tuviera derecho a hacer lo que éstas prohiben, ya no sería libertad, pues cualquier otro tendría el mismo derecho.
Cuando nacen las sociedades, los jefes de un Estado son los que dan a éste su carácter especial. Después, este carácter especial es el que forma a los jefes de Estado.
La descomposición de todo gobierno comienza por la decadencia de los principio sobre los cuales fue fundado.
El valor de una nación no es otro que el valor de los individuos que la componen.
Cuando la muerte ha igualado las fortunas, las pompas fúnebres no deberían diferenciarlas.
Parece que nuestra vida aumenta cuando podemos ponerla en la memoria de los demás: Es una nueva vida que adquirimos y nos resulta preciosa.
No hay peor tiranía que la que se ejerce a la sombra de las leyes y bajo el calor de la justicia.
Me gustaría suprimir las pompas fúnebres. Hay que llorar cuando los hombres nacen y no cuando mueren
No hay nación tan poderosa como la que obedece sus leyes no desde el miedo o los principios de la razón, sino por la pasión.
Siempre he observado que para tener éxito en el mundo se debe parecer tonto, pero ser sabio.
Un autor es un tonto que, no contento con los aburridos con los que vive, insiste en aburrir las generaciones futuras.
Cuando se busca tanto el modo de hacerse temer se encuentra siempre primero el de hacerse odiar.
No hay nadie, dice otro, quien la fortuna no le visita una vez en su vida; pero cuando no lo encuentra listo para recibirla, camina hacia la puerta, y sale volando por la ventana.
No es que los jóvenes que degeneran, no se echan a perder hasta los de edad madura ya hundido en la corrupción.
La tiranía de un príncipe en una oligarquía no es tan peligrosa para el bienestar público como la apatía de un ciudadano en una democracia.
La razón por la que los romanos construyeron sus grandes carreteras pavimentadas era porque tenían el calzado incómodo.
Los países están bien cultivadas, no como son fértiles, pero ya que están libres.
Siempre son los aventureros los que hacen cosas grandes, no los soberanos de grandes imperios.
En la infancia de las sociedades, los jefes de Estado forman a sus instituciones; más tarde las instituciones dan forma a los jefes de Estado.
Más Estados han perecido por la depravación de las costumbres que por la violación de las leyes.
La falsa felicidad hace a los hombres severos y orgullosos, y esa felicidad nunca es explicada. La verdadera felicidad los hace amables y sensibles, y esa felicidad siempre es compartida.
La amistad es un acuerdo por el cual nos comprometemos a intercambiar pequeños favores a los grandes.
El talento es un don que Dios nos ha dado en secreto y que nosotros revelamos sin percibirlo.
En la mayoría de las cosas el éxito depende de saber cuánto tiempo se necesita para tener éxito.
La mayoría de veces el éxito depende de saber cuánto se ha de tardar en lograrlo.
La mayor parte de los hombres son capaces más bien de grandes acciones que de buenas acciones.
El hombre de talento es naturalmente inclinado a la crítica, porque ve más cosas que los otros hombres y las ve mejor.
Si nos bastase ser felices, la cosa sería facilísima; pero nosotros queremos ser más felices que los demás, y esto es casi siempre imposible, porque creemos que los demás son bastante más felice...
La religión cristiana, que parece no tiene por objeto más que la felicidad de la otra vida, nos hace también dichosos en ésta.
La sublimidad de la administración consiste en conocer el grado apropiado de las funciones que debe ejercer en diferentes ocasiones.
Las cabezas de los hombres más grandes se achican cuando se reúnen, y allí donde hay más cuerdos es también donde hay menos cordura.
Los países no están cultivados en razón de su fertilidad, sino en razón de su libertad.