Proverbio aleman
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Los ojos se fían de ellos mismos, las orejas se fían de los demás.

Cuando la desgracia se asoma a la ventana, los amigos no se acercan a mirar.

El enamorado es el camarada del alma.

Cuando dios da pan duro, da dientes fuertes.

El que se rompe los dientes con la cáscara raramente come la almendra.

Cuando el jefe manda bien, huelgan las preguntas.

Nunca des consejo sin que lo pidan.

Tu casa puede sustituir al mundo; el mundo jamás sustituirá a tu casa.

Crece donde has sido plantado. Empieza a tejer, y dios te dará el hilo.

Los árboles más viejos dan los frutos más dulces.

Los argumentos del más fuerte siempre tienen más peso.

No hay ley sin agujero para quien sabe encontrarlo.

Las ideas están excentas de impuestos.

Si un arco iris dura un cuarto de hora, ya no se mira más.

El aburrimiento es consecuencia de la pereza.

Dios ayuda al marinero en la tempestad, pero el marinero debe estar al timón.

La petición es cálida, el agradecimiento es frío.

Si prestas, o pierdes el dinero o ganas un enemigo.

No todos los que tienen las manos juntas, rezan.

Quien no ha probado lo amargo no sabe lo que es dulce.

Perdonar no es olvidar, y en el perdón sin olvido sobran palabras y falta corazón.

La felicidad, como el arco iris, no se ve nunca sobre la casa propia, sino solo sobre la ajena.

Aún el león se defiende de las moscas.

Felicidad y cristal: ¡cuán fácilmente se quiebran!.

¿Qué sentido tiene correr cuando estamos en la carretera equivocada?

Mira a las estrellas, pero no te olvides de encender la lumbre en el hogar.

El enano ve gigantes por todas partes.

El que enseña a los niños aprende más de lo que enseñan.

Por el amor de una rosa, el jardinero es servidor de mil espinas.

Todo gran amor no es posible sin pena.

Nuestro amor es como la llovizna que cae quedamente (silenciosmente), pero desborda el río.

La mitad de nuestras equivocaciones nacen de que cuando debemos pensar, sentimos, y cuando debemos sentir, pensamos.

Cuatro cosas hay que nunca vuelven más: una bala disparada, una palabra hablada, un tiempo pasado y una ocasión desaprovechada.

La primera vez que me engañes la culpa será tuya; la segunda vez, la culpa será mía.

El victorioso tiene muchos amigos. El vencido, buenos amigos.

Deben buscarse los amigos como los buenos libros. No está la felicidad en que sean muchos ni muy curiosos; sino pocos, buenos y bien conocidos.

Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio: no lo digas.

El amor hace pasar el tiempo; el tiempo hace pasar el amor

Locura es dar consejos a un enemigo; pero más locura todavía es tomarlos de él.

Quien no comprende una mirada tampoco comprenderá una larga explicación.