Colección de paco
Es muy fácil perdonar a nuestros enemigos cuando no tenemos los medios de aniquilarlos.
Heinrich HeineEl efecto de toda civilización llevada al extremo es la sustitución del espÃritu por la materia y de la idea por la cosa.
Teófilo GautierEs la libertad la esencia de la vida.
José MartÃEl carpintero hábil no se hace torpe para poder ser imitado por cualquiera de sus ayudantes.
ConfucioNo hallé como quien ser, en ninguno. Y me quedé, asÃ: como ninguno.
Antonio PorchiaEl éxito y el fracaso son igualmente desastrosos.
Tennessee WilliamsTen buena conciencia y tendrás siempre alegrÃa. Si alguna alegrÃa hay en el mundo la tiene seguramente el hombre de corazón puro.
Thomas De KempisLas lenguas de los que critican son como las patas de las moscas, aterrizan en cualquier cosa que encuentran.
Proverbio AfricanoPara hacer las cosas bien es necesario: primero, el amor, segundo, la técnica.
Antoni GaudÃEl que cree tener razón entre todas las cosas, la razón de las cosas desconoce.
Blaise PascalMiraba hacia abajo, a Marilyn, ese espectáculo de cuerpo mamÃfero y esplendoroso vestido "transparente". ¿HabrÃa tenido tiempo Marilyn de preguntarse si el Presidente iba a viajar a Los Angeles para ayudarla a celebrar su cumpleaños el primero de junio? Una celebración seguramente Ãntima; no, era improbable que hubiese tenido tiempo de preguntárselo, porque estaba atontada ante el micrófono, y con una sonrisa ausente, lamiéndose los labios pintados de rojo como en un intento desesperado de recordar dónde estaba y qué era aquello, con los ojos vidriosos, tambaleándose sobre sus tacos de aguja.
Joyce Carol OatesRecuerdo de Una Tarde de Verano
Aquel temblor del muslo
y el diminuto encaje
rozado por la yema de los dedos,
son el mejor recuerdo de unos dÃas
conocidos sin prisa, sin hacerse notar,
igual que amigos tÃmidos.
Fue la tarde anterior a la tormenta,
con truenos en el cielo.
Tú apareciste en el jardÃn, secreta,
vestida de otro tiempo,
con una extravagante manera de quererme,
jugando a ser el viento de un armario,
la luz en seda negra
y medias de cristal,
tan abrazadas
a tus muslos con fuerza,
con esa oscura fuerza que tuvieron
sus dueños en la vida.
Bajo el color confuso de las flores salvajes,
inesperadamente me ofrecÃas
tu memoria de labios entreabiertos,
unas ropas difÃciles, y el rayo
apenas vislumbrado de la carne,
como fuego lunático,
como llama de almendro donde puse
la mano sin dudarlo.
Por el jardÃn, el ruido de los últimos pájaros,
de las primeras gotas en los árboles.
Aquel temblor del muslo
y el diminuto encaje, de vello traspasado,
su resistencia elástica
vencida con el paso de los años,
vuelven a ser verdad, oleaje en el tacto,
arena humedecida entre las manos,
cuando otra vez, aquÃ, de pensamiento,
me abandono en la dura solución de tus ingles
y dejo de escribir
para llamarte.
Es engañoso creer que con la mayor dimensión aumenta el efecto de grandiosidad.
Camilo SitteLa justicia es absolutamente nula si no se encuentra en la naturaleza.
Cicerón¿la cuestión de la fe? me la planteo todos los dÃas, sin cesar. He dicho no. He dicho no a dios, si se me permite expresarme de esta manera brutal; pero la cuestión se replantea a cada instante. Estoy obsesionado, digámoslo claramente, obsesionado, si no por dios, por el no-dios. Asà es.
Jean RostandUnos mueren para que otros hereden.
RefránY si se apagan las luces, y si se enciende el infierno, y si me siento perdido sé que tú estarás conmigo, con un beso de rescate.
Ricardo ArjonaSin razón se queja del mar el que otra vez navega.
SénecaCada hombre lleva un fantasma de mujer, no en la imaginación que entonces serÃa fácil de expulsarle; sino circulando en su sangre, y cada mujer un fantasma más o menos concreto de hombre.
Gregorio MarañónEstamos hechos para concebir lo inconcebible y soportar lo insoportable. Eso es lo que hace nuestra vida tan dolorosa y al tiempo tan inagotablemente rica.
Arthur Schnitzler