El orgullo se resarce siempre y no pierde nada, incluso cuando renuncia a la vanidad.
Lo que tomamos por virtudes a menudo no es más que un compuesto de diversas acciones y diversos intereses que el azar o nuestro ingenio consiguen armonizar, y no es siempre el valor y la castidad lo ...
Nuestro amor propio sufre con mayor impaciencia la condenación de nuestras aficiones que la de nuestras pasiones.
Aquellos a quienes se condena al suplicio manifiestan a veces una fortaleza y un desprecio a la muerte que en realidad no es más que el temor a mirarla cara a cara; de modo que puede decirse que esa ...
Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera.
Todos tenemos fortaleza suficiente para soportar los males ajenos.
La fuerza y la flaqueza del ánimo tienen nombres engañosos; en realidad no son más que la buena o mala disposición de los órganos del cuerpo.
La filosofía triunfa fácilmente de los males pasados y de los males por venir,pero los males presentes triunfan sobre ella.
Por muchos descubrimientos que hayamos hecho en el país del amor propio, siempre quedarán muchas tierras desconocidas.
El capricho de nuestro humor es aún más arbitrario que el de la suerte.
Ni el sol ni la muerte pueden mirarse de hito en hito.
Solemos perdonar a los que nos aburren, pero no perdonamos a los que aburrimos.
Parece como si la naturaleza, que tan sabiamente dispuso los órganos de nuestro cuerpo para hacernos felices, hubiera querido darnos también el orgullo para evitarnos el dolor de conocer nuestras im...
Con frecuencia el hombre cree estar conduciéndose a sí mismo cuando es conducido, y mientras con su mente tiende a una meta, su corazón le arrastra insensiblemente hacia otra.
La fortaleza de los hombres juiciosos no es más que el arte de encerrar el propio desasosiego dentro del corazón.
Los celos se alimentan de dudas, y se convierten en furor o se extinguen apenas pasamos de la duda a la certidumbre.
Existe en el corazón humano una generación perpetua de pasiones, de tal manera que la ruina de una coincide casi siempre con el advenimiento de otra.
En los celos hay más amor propio que amor.
Las pasiones son los únicos oradores que siempre persuaden. Son como un arte de la naturaleza cuyas reglas son infalibles; y el hombre más romo cuando le domina la pasión persuade mejor que el más...
Por mucho que nos esforcemos por cubrir las pasiones con apariencias de piedad y de honor, siempre se manifiestan a través de esos velos.