La palabra más soez y la carta más grosera son mejores, son más educadas que el silencio.
Para vivir solo es preciso ser un animal o un dios -dice Aristóteles. Falta el tercer caso: hay que ser ambas cosas: un filósofo.
Son inocentes, aun en su malicia.
Los monos son demasiado buenos para que el hombre pueda descender de ellos.
Aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los cómos.
Soportamos más fácilmente la mala conciencia que la mala reputación
Tenemos arte para no morir de la verdad.
Y el que apetezca la gloria debe despedirse a tiempo del honor y dominar el arte difÃcil de irse en el momento oportuno.
He aprendido a caminar; desde entonces me dejo correr.
Todo lo que se hace por amor, se hace más allá del bien y del mal.
Un cansancio ansioso de alcanzar de un salto, de un salto mortal, la meta ultima, un pobre cansancio ignorante que ya no querÃa ni siquiera querer.
La cultura y el Estado -no nos engañemos sobre esto- son rivales: el "Estado de cultura" no pasa de ser una idea moderna. Lo uno vive de lo otro, lo uno prospera a costa de lo otro. Todas las épocas...
Ansiaban escaparse de su miseria, pero las estrellas quedaban demasiado lejos.
El diablo mira con envidia a quien sufre mucho y lo expulsa al cielo.
Para llegar a los grados superiores del poder, abandonar sus grados inferiores.
Abundan en la tierra los superfluos.
¡Ay, hermanos, ese dios que yo creé era obra humana y demencia humana, como todos los dioses!.
Hay que mantener sujeto el corazón; pues cuando se lo suelta no se tarda en perder la cabeza.
Sin música la vida serÃa un error.
La demencia en el individuo es algo raro; en los grupos, en los partidos, en los pueblos, en las épocas, es la regla.