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Exceso de trabajo, curiosidad y simpatía, nuestros vicios modernos.
Nietzsche es alguien que solo se deja vencer por la verdad.
Hay quien llama virtudes a la pereza de sus vicios
Nietzsche no quiere discípulos.
Hay siempre un poco de locura en el amor. Más también hay siempre un poco de razón en la locura.
Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti.
Lo que más nos aproxima a una persona es esa despedida, cuando acabamos separandonos, porque el sentimiento y el juicio no quieren ya marchar juntos; y aporreamos con violencia el muro que la natural...
Sé al menos mi enemigo: así habla el verdadero respeto que no se atreve a implorar amistad.
Los monos son demasiado buenos para que el hombre pueda descender de ellos.
La mentira más común es aquella con la que un hombre se engaña a sí mismo. Engañar a los demás es un defecto relativamente vano.
Amo a aquel cuya alma es profunda aún en la herida.
Y el que apetezca la gloria debe despedirse a tiempo del honor y dominar el arte difícil de irse en el momento oportuno.
Y el hombre, en su orgullo, creó a dios a su imagen y semejanza.
Los hombres aman sus vicios y al mismo tiempo los odian.
La naturaleza quiere que la amistad sea auxiliadora de virtudes, mas no compañera de vicios.
La ociosidad camina con lentitud, por eso todos los vicios la alcanzan.
Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos.
La gente, en general, soporta mucho mejor que se hable de sus vicios y crímenes, que de sus fracasos y debilidades.
La carencia de vicios añade muy poco a la virtud.
La multitud de leyes frecuentemente presta excusas a los vicios.
He aprendido a caminar; desde entonces me dejo correr.
Para vivir solo es preciso ser un animal o un dios -dice Aristóteles. Falta el tercer caso: hay que ser ambas cosas: un filósofo.
Las personas más espirituales, suponiendo que tengan el máximo coraje, son también las que viven las tragedias más dolorosas: pero esas personas honran la vida justo porque ésta les opone su má...
(...) el filósofo tiene hoy el deber de desconfiar, de mirar maliciosamente de reojo desde todos los abismos de la sospecha.
Tiempos hubo en el que el alma despreciaba el cuerpo.
La palabra más soez y la carta más grosera son mejores, son más educadas que el silencio.
La esperanza es un estimulante vital muy superior a la suerte.
Por eso tiro de vuestra red, para que vuestra furia os haga salir de la guarida de vuestra mentira y de detrás de vuestra palabra, justicia, se precipite vuestra venganza.
El que no cree en si mismo miente siempre.
Estoy demasiado enardecido y abrasado por pensamientos propios, a tal punto que muchas veces me siento sofocado.
Lo que mucho ocupa termina por preocupar.
El deleite de las pequeñas malicias nos ahorra más de una gran maldad.
Son inocentes, aun en su malicia.
Soy de hoy y de siempre...pero hay en mi algo que es de mañana.
Quien escribe con sangre, y escribe sentencias, ha de ser no leído, sino aprendido de memoria.
Los remordimientos llevan al hombre a morder.
Amo a los que no saben vivir sino encaminados al hundimiento; pues son los únicos que cruzan el abismo.
Casi todo político tiene tanta necesidad, en determinadas circunstancias, de un hombre honesto, que, cual si fuera un lobo hambriento, irrumpe en el redil; mas no para devorar el cordero robado, sino...
No había aprendido aún a reír y a gozar de la belleza.
En la realidad no ocurre nada que corresponda rigurosamente a la lógica.