Proverbio árabe no digas ( 8 )
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Hay que masticar las palabras más que un pedazo de pan.
Las botas del diablo no hacen ruido.
Para el bien, la acción es más que la intención; para el mal la intención es más que la acción.
Cuando el dinero habla, la verdad calla.
No es bello lo que es caro, sino caro lo que es bello.
Una carga inclinada no va a llegar a su destino.
Vale pero millones de veces más la vida de un solo ser humano que todas las propiedades del hombre más rico de la tierra.
Con uno solo de sus cabellos una mujer puede arrastrar un elefante.
El que quiera ser líder debe ser puente.
Oculta el bien que haces, imita al nilo que oculta su fuente.
La suerte nunca da, solo presta.
La humildad es el hilo con el que se encadena la gloria.
Las palabras son las hojas, los actos son los frutos.
Lo que se dice en la mesa debe ser envuelto en el mantel.
No puedes esconder el humo si encendistes fuego.
El mejor espejo es un ojo amigo.
Con palabras agradables y un poco de amabilidad se puede arrastrar a un elefante de un cabello.
Los ríos ondos corren en silencio; los arroyos son ruidosos.
La vejez empieza cuando los recuerdos pesan más que las esperanzas.
El que antes de su muerte ha plantado un árbol, no ha vivido inútilmente.
Donde hay ganancias las pérdidas se esconden por ahí cerca.
Los árboles más viejos dan los frutos más dulces.
La tierra atrae tanto que los viejos caminan encorvados.
No hay ausente sin culpa, ni presente sin disculpa.
Que cada zorro cuide su propia cola.
La nieve no rompe las ramas del sauce.
Para que nazcan virtudes es necesario sembrar recompensas.
Antes de que la luz del sol pueda brillar a través de la ventana, deben levantarse las persianas.
La sabiduria no se traspasa, se aprende.
Más vale ser ciego de los ojos, que del corazón.
Solo triunfa en la lucha por la vida aquél que tiene la paciencia en sus buenos propósitos e intenciones.
Los argumentos del más fuerte siempre tienen más peso.
Con dinero en el bolsillo se es inteligente, atractivo, y además se canta bien.
Luego que has soltado una palabra, ésta te domina; pero mientras no la has soltado eres un domador.
Con leña prometida no se calienta la casa.
Palabra que retienes dentro de tí, es tu esclava; la que se te escapa, es tu señora.
No me digais que un gran hombre no llora nunca. Un gran hombre llora, pero sus lágrimas son furtivas.
Los grandes comedores puede que no tengan comida para comer, y el gran bebedor no qué beber: la riqueza tiene una chaqueta de muchos colores.
La vista de un amigo, refresca como el rocío de la mañana.
Hay una gran fuerza escondida en una dulce orden.
