Proverbio irlandes ( 3 )
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La fortuna es un cristal, brilla, pero es frágil.
Se aprende poco con la victoria, en cambio, mucho con la derrota.
Por numerosos que puedan ser los meandros del río, acabará por ir a parar al mar.
Nuestros defectos nos imitan más cuando los observamos en otros.
El enamorado es el camarada del alma.
La respuesta más rápida es la acción.
La paciencia en un momento de enojo evitará cien días de dolor.
Dios da, nunca vende.
Las pulseras de metal suenan si son dos.
Cuando dios da pan duro, da dientes fuertes.
Si la suerte quiere ir a ti, la conduciras con un caballo, más si quiere irse romperá una cadena.
Cuando la adversidad llama a tu puerta, todos los amigos están dormidos.
Es en lo más estrecho del desfiladero donde comienza el valle.
La marcha instruye al asno.
El que ofende escribe en arena; el que es ofendido, escribe en marmol.
Un libro es como un jardín en el bolsillo.
Las mujeres donde están sobran, y donde no están faltan.
La reunión en el rebaño obliga al león a acostarse con hambre.
El que se rompe los dientes con la cáscara raramente come la almendra.
Si te arrojas a un pozo, la providencia no está obligada a ir a buscarte.
Las palabras son enanos, los ejemplos son gigantes.
Solo los verdaderos amigos nos dicen que tenemos la cara sucia.
Es mejor enjuagar una lágrima de un pobrecillo que obtener cien sonrisas de un ministro.
Quien monta un tigre corre el riesgo de no poderse bajar nunca.
El que te enseña por un día es tu padre por toda la vida.
Un arma es un enemigo para su dueño.
Cuando se trabaja no se tiene tiempo de ganar dinero.
El día nunca retrocede de nuevo.
Toda desgracia es una lección.
El avaro desollaría a un piojo para obtener su piel.
En la paz se cuelga a los ladrones; en la guerra se les honra.
Despues de toda oscuridad hay luz.
El río se llena con arroyos pequeños.
La boca de un hombre mayor está sin dientes, pero nunca sin palabras de sabiduría.
Si no puede edificar una casa, construye un corazón.
Cuando el jefe manda bien, huelgan las preguntas.
Un hombre no vaga lejos de donde se está asando su maíz.
Creer que un enemigo débil no puede dañarnos es creer que una chispa no puede causar un incendio.
El cazador no se frota con grasa y se pone a dormir junto al fuego.
Hay que saber sacrificar la barba para salvar la cabeza.
