Colección de pepe

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Jamás negociemos con miedo, pero jamás temamos negociar.

John F. Kennedy

Huid del país donde uno solo ejerce todos los poderes: es un país de esclavos.

Simón Bolívar

Victoria

Estaba abierto el cielo y mi hijo en mis brazos,
tan indefenso y tibio y aterido y fragante
que lo sentí una obra solo mía, victoria
de un cuerpo paso a paso ofrecido a su cuerpo.
Lo envolví con mi aliento y él tuvo el soplo tibio
en el que una paloma se sostenía en vuelo.

María Victoria Atencia

Al buen callar llaman Sancho.

Refrán

La caridad no es un buen sustituto de la justicia.

Jonathan Kozol

Si tuviera dos caras. ¿Estaría usando ésta?

Abraham Lincoln

El hombre que se ríe de todo es que todo lo desprecia. La mujer que se ríe de todo es que sabe que tiene una dentadura bonita.

Enrique Jardiel Poncela

Las actitudes son más importantes que las aptitudes.

Winston Churchill

El problema, cuando se busca a la mujer perfecta, es que ella probablememte está buscando al hombre perfecto.

Peter Ustinov

Donde hay ancianos sed sabios de palabras.

Eclesiastés

Yo podría ser el último paria de mi reino, un leproso abandonado por todos, sin recuerdo y sin esperanza de goce alguno, y aún quisiera vivir.

Jacinto Benavente

Tengo dos problemas para jugar al fútbol. Uno es la pierna izquierda. El otro es la pierna derecha.

Roberto Fontanarrosa

La izquierda tiene su ala derecha, la derecha su ala izquierda. oigo murmullo de alas, pero se que ningún pájaro se elevará por los aires.

Heinrich Boll

Pronto se arrepiente el que juzga apresuradamente.

Publio Siro

El aconsejar es un oficio tan común que lo usan muchos y lo saben hacer muy pocos.

Fray Antonio de Guevara

Dios es sofisticado, pero no malévolo.

Albert Einstein

El gusto está hecho de mil repulsiones.

Paul Valéry

La abundancia de las cosas, aunque no sean buenas, hacen que no se estimen.

Miguel de Cervantes

Si quieres ganar un adepto para tu causa, convéncelo primero de que eres su amigo sincero.

Abraham Lincoln

Hay dos tipos de mujeres: las feas y las que se pintan.

Oscar Wilde