El verdadero amor no es otra cosa que el deseo inevitable de ayudar al otro para que sea quien es.
No es la carne y la sangre, sino el corazón, lo que nos hace padres e hijos.
Si una madre publicara los silencios que ha guardado, se volverían santos los hijos al escucharlos.
Los hijos, cuando son pequeños, entontecen a sus padres; cuando son mayores, los enloquecen.