Frases-de-reconocimiento ( 31 )
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Nosotros mismos somos nuestro peor enemigo. Nada puede destruir a la Humanidad, excepto la Humanidad misma.

El diablo es optimista si cree que puede hacer más malo al hombre.

Los charlatanes son los hombres más discretos: hablan y hablan y no dicen nada.

El hombre, por lo común, solo sabe reconocer su felicidad en la medida de la desgracia que ha experimentado.

El retirarse no es huir, ni el esperar es cordura cuando el peligro sobrepuja a la esperanza.

¿Quién capitulará más pronto: el que necesita las cosas difíciles o quien se sirve de lo que buenamente pueda hallar?

No encuentres la falta, encuentra el remedio.

El conocimiento viene, la sabiduría se queda.

Solo hay una guerra que puede permitirse el ser humano: la guerra contra su extinción.

El coraje no se puede simular: es una virtud que escapa a la hipocresía.

En la sociedad no todo se sabe, pero todo se dice.

El mal está solo en tu mente y no en lo externo. La mente pura siempre ve solamente lo bueno en cada cosa, pero la mala se encarga de inventar el mal.

Cualquiera es poderoso para hacer.

El que todo lo juzga fácil encontrará la vida difícil.

A la proporción, semejanza, unión e identidad del infinito no te acercas más siendo hombre que siendo hormiga.

La libertad es aquella facultad que aumenta la utilidad de todas las demás facultades.

Cuando la situación es adversa y la esperanza poca, las determinaciones drásticas son las más seguras.

Cuando la estafa es enorme ya toma un nombre decente.

Nos interesan los demás cuando se interesan por nosotros.

El fuero para el gran ladrón, la cárcel para el que roba un pan.

El gusto de la concentranción productora debe reemplazar, en un hombre ya maduro, al gusto de la desperdigación.

El arte es el reflejo del mundo. Si el mundo es horrible, el reflejo también lo es.

Hay que abrir a todo colombiano una esperanza cierta, una oportunidad operante, una expectativa legitima.

El trabajo es una invasión de nuestra privacidad.

Nadie sabe lo que hace mientras actúa correctamente, pero de lo que está mal uno siempre es consciente.

En materia de gobierno todo cambio es sospechoso, aunque sea para mejorar.

La mujer es como los autos, a la vejez es cuando más se pintan.

A los que corren en un laberinto, su misma velocidad los confunde.

No buscamos la sociedad por amor a ella misma, sino por los honores o los beneficios que puede reportarnos.

Quien se pica, ajos come.

El lenguaje artificioso y la conducta aduladora rara vez acompañan a la virtud.

Con las leyes pasa como con las salchichas, es mejor no ver como se hacen.

Los delitos llevan a las espaldas el castigo.

La libertad es singular, siempre que exista la libertad plural.

La ley debe ser como la muerte, que no exceptúa a nadie.

El tiempo es el mejor antologista, o el único, tal vez.

Aunque todo lo demás falle, siempre podemos asegurarnos la inmortalidad cometiendo algún error espectacular.

El honor es la poesía del deber.

Dejaría en este libro toda mi alma.

Un diccionario es un universo en orden alfabético.