Frases-cortas-de-amor-lejano ( 118 )
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Puede considerarse bienaventurado y no pedir mayor felicidad el hombre que ha encontrado su trabajo.

En un minuto hay muchos días.

Un viajero sabio nunca desprecia su propio país.

Al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años.

Hay hombres cuya conducta es una mentira continua.

No existe gran talento sin gran voluntad.

Ninguna nación fue arruinada jamás por el comercio.

Puede uno amar sin ser feliz; puede uno ser feliz sin amar; pero amar y ser feliz es algo prodigioso.

La habilidad y la constancia son las armas de la debilidad.

Lo bello es aquello que es inteligible sin reflexión.

La belleza es muy superior al genio. No necesita explicación.

La soledad es una gran fuerza que preserva de muchos peligros.

El legislador no debe proponerse la felicidad de cierto orden de cuidadanos con exclusión de los demás, sino la felicidad de todos.

El placer da lo que la sabiduría promete.

Ser sincero no es decir todo lo que se piensa, sino no decir nunca lo contrario de lo que se piensa.

Contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano.

Las tres cosas que más me gustan en el mundo son el silencio, la soledad y los espacios vacíos.

Ser natural es la más difícil de las poses.

Siembra un acto y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y cosecharás un caracter. Siembra un carácter y cosecharás un destino.

El momento elegido por el azar vale siempre más que el momento elegido por nosotros mismos.

En el análisis psicológico de las grandes traiciones encontraréis siempre la mentecatez de Judas Iscariote.

La Historia no es mecánica porque los hombres son libres para transformarla.

La paciencia comienza con lágrimas y, al fin, sonríe.

Si no te ha sorprendido nada extraño durante el día, es que no ha habido día.

A veces una broma, una anécdota, un momento insignificante, nos pintan mejor a un hombre ilustre, que las mayores proezas o las batallas más sangrientas.

Sacar provecho de un buen consejo exige más sabiduría que darlo.

La ociosidad camina con lentitud, por eso todos los vicios la alcanzan.

Nunca he engañado a mi mujer. No es ningún mérito: la amo.

No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo.

La realización conlleva la idea de que lo que sé es definitivo.

El hombre tiene corazón, aunque no siga sus dictados.

El que no se posee a sí mismo es extremadamente pobre.

¡Cuán querida es de todos los corazones buenos su tierra natal!

Presta dinero a tu enemigo y lo ganarás a él; préstalo a tu amigo y lo perderás.

Si dudo, si me alucino, vivo. Si me engaño, existo. ¿Cómo engañarme al afirmar que existo, si tengo que existir para engañarme?

Darse no tiene sentido más que si uno se posee.

La gloria es un veneno que hay que tomar en pequeñas dosis.

Lo que más necesitamos es una persona que nos obligue a hacer lo que sabemos.

Los desposeídos tienen un mundo que ganar.

El grado sumo del saber es contemplar el por qué.