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Las mujeres feas son celosas de sus maridos. Las bonitas no tiene tiempo, ¡están siempre tan ocupadas en estar celosas de los maridos de los demás...!
La naturaleza ha preparado mejor a las mujeres para ser madres y esposas que a los hombres para ser padres y maridos. Los hombres tienen que improvisar.
Hay mujeres que quieren tanto a sus maridos que, para no usarlos, toman el de sus amigas.
Hay pocas mujeres tan perfectas que no hagan arrepentirse a sus maridos de haberse casado, por lo menos una vez al día.
Se puede reconocer siempre a las mujeres que tienen confianza en sus maridos: ¡parecen tan profundamente desdichadas!
Los maridos son estupendos como amantes cuando engañan a sus mujeres
Las mujeres pueden adornarse lícitamente para conservar la elegancia de su estado, e incluso añadir algo para agradar a sus maridos
El que ha conocido solo a su mujer y la ha amado, sabe más de mujeres que el que ha conocido mil.
Me gustaría saber cuál es la función propia de las mujeres, si no es para hacer motivos de maridos a quedarse en casa, y las razones aún más fuertes para los solteros para salir.
Si las mujeres creían que sus maridos iban a ser mucho más feliz y mucho más tonto.
Las mujeres no quieren ver a otras mujeres en la televisión porque estaban celosos de la atención desviada de sus maridos.
Para las mujeres el mejor afrodisiaco son las palabras, el punto g está en los oídos, el que busque más abajo está perdiendo el tiempo.
Las mujeres con pasado y los hombres con futuro son las personas más interesantes.
Las personas más insoportables son los hombres que se creen geniales y las mujeres que se creen irresistibles.
El hombre tiene miedo a la pérdida del poder, le asustan las mujeres que saben lo que quieren y están seguras de si mismas.
En todo momento de mi vida hay una mujer que me lleva de la mano en las tinieblas de una realidad que las mujeres conocen mejor que los hombres y en las cuales se orientan mejor con menos luces.
Las mujeres han sido hechas para ser amadas, no para ser comprendidas.
La fidelidad de muchos hombres se basa en la pereza, la fidelidad de muchas mujeres en la costumbre.
La amistad entre dos mujeres comienza o acaba por ser un complot contra una tercera.
Los hombres casados son horriblemente aburridos cuando son buenos maridos, e insoportablemente presumidos cuando no lo son.
Hay mujeres que no saben cocinar, sin embargo, tienen fritos a sus maridos.
Las mujeres son la causa de todas las acciones de los hombres. Hablo porque hay mujeres escuchándome..
Muchas veces pienso que nosotros, los revolucionarios, somos como el sistema capitalista. Sacamos de los hombres y mujeres lo mejor que poseen, y después nos quedamos tan tranquilos viendo cómo term...
Las costumbres hacen las leyes, las mujeres hacen las costumbres; las mujeres, pues, hacen las leyes.
A las mujeres les gusta sobre todo salvar a quien las pierde.
No podemos tener una revolución que no involucre y libere a las mujeres.
El gusto por la adulación se debe, en la mayoría de los hombres, a la pobre opinión que tiene de sí mismos; con las mujeres ocurre al contrario.
El papel de las mujeres en el progreso de la civilización es mucho mayor que el del hombre, por lo que debería desarrollar sus aptitudes de acuerdo con su naturaleza, sin imitar a los hombres.
Bien sé que las mujeres aman, por lo regular, a quienes lo merecen menos. Es que las mujeres prefieren hacer limosnas a dar premios.
Para los hombres, aceptar es dar; para las mujeres, dar es recibir.
La volubilidad de la mujer a quien amo es splo comparable a la infernal constancia de las mujeres que me aman.
Las mujeres son secretistas por naturaleza, y les gusta practicar el secreto por su cuenta.
La función intelectual de las dificultades es la de conducir a hombres y mujeres a pensar.
A todas las mujeres les encanta y les emociona recibir cartas.
Conozco a centenares de maridos que serían felices de volver al hogar si no hubiese una esposa esperándoles.
Las ideas son como las mujeres, alimentar diez cuesta menos que vestir una.
Las mujeres no advierten lo que hacemos por ellas; no notan sino lo que dejamos de hacer.
Sean buenas cocineras porque a los maridos hay que asirlos por la boca.
En la morfología del ser femenino, acaso no haya figuras más extrañas que las de Judit y Salomé, las dos mujeres que van con dos cabezas cada una: la suya y la cortada.
Las mujeres no notan sino lo que dejamos de hacer.