Frases-cortas-dia-de-la madre ( 19 )
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Pedir celos es despertar a alguien que está durmiendo.

La envidia es el gusano roedor del mérito y de la gloria.

Cuando se es feliz, queda mucho por hacer: consolar a los demás.

Hay que juzgar los sentimientos por los actos, más que por las palabras.

Quien no es envidiado, no es digno de serlo.

Es una necedad arrancarse los cabellos en los momentos de aflicción, como si ésta pudiera ser aliviada por la calvicie.

No hay mejor alegría que la que mejor alegría difunde entre los demás.

La esperanza hace que agite el naufrago sus brazos en medio de las aguas, aún cuando no vea tierra por ningún lado.

La desesperanza está fundada en lo que sabemos, que es nada. Y la esperanza sobre lo que ignoramos, que es todo.

No se debe intentar contentar a los que no se van a contentar.

Toda la felicidad que la humanidad puede alcanzar, está, no en el placer, sino en el descanso del dolor.

La fe engaña a los hombres, pero da brillo a la mirada.

La diferencia engendra odio.

Donde hay celos hay amor, donde hay viejos hay dolor.

El hombre se complace en enumerar sus pesares, pero no enumera sus alegrías.

¡Oh envidia, raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes!.

Hay cuerdas en el corazón humano que sería mejor no hacerlas vibrar.

La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestra cuánto se aburren.

Todo el que cree, piensa. Porque la fe, si lo que cree no se piensa, es nula.

¿Cuál es la felicidad que no tiene algo de pena?

El hombre que tiene miedo sin peligro, inventa el peligro para justificar su miedo.

La ciencia heredada de cien generaciones y el orgullo fruto de cuatro mil años de historia huyen como esclavos cogidos en falta ante la amenaza tempestuosa de un sentimiento.

Hay que atender no solo a lo que cada cual dice, sino a lo que siente y al motivo porque lo siente.

La felicidad no es algo que se experimenta sino algo que se recuerda.

Contra los valores afectivos no valen razones, porque las razones no son nada más que razones, es decir, ni siquiera verdad.

La esperanza del bien es ya un gran bien.

La vida nos enseña que no podemos ser felices sino al precio de cierta ignorancia.

Faltan palabras a la lengua para los sentimientos del alma.

La envidia es causada por ver a otro gozar de lo que deseamos; los celos, por ver a otro poseer lo que quisiéramos poseer nosotros.

La satisfacción es la única señal de la sinceridad del placer.

Al deseo, acompañado de la idea de satisfacerse, se le denomina esperanza; despojado de tal idea, desesperación.

No hay cosa de la que tenga tanto miedo como del miedo.

Hay dos maneras de conseguir la felicidad, una hacerse el idiota; otra serlo.

He cometido el peor de los pecados, quise ser feliz.

Con frecuencia, algunos buscan la felicidad como se buscan los lentes cuando se tienen sobre la nariz.

La alegría no produce buenas historias.

Haz de manera que seas tú admirado y no lo que te pertenece.

Las decepciones no matan, y las esperanzas hacen vivir.

Cuanto menos poseemos, más podemos poseer.

Dar hasta que duela y cuando duela dar todavía más.